Explicación de la identidad convencional de las cosas

Repaso

Hemos estado hablando de la vacuidad o vacío, y hemos visto que la vacuidad es la ausencia total de formas imposibles de explicar o establecer la existencia válidamente conocible de los objetos. Tiene que ver con el punto de cómo explicar el hecho de que hay cosas válidamente conocibles y de que pueden ser válidamente conocidas como esto o aquello. ¿Cómo establecemos que algo es largo o corto, o que alguien es un maestro o un estudiante, o que alguna actividad es enseñar o aprender y que podemos conocer dichas cosas válidamente?

Objetos convencionales válidamente conocibles

Entonces, la vacuidad es negar una forma imposible de establecer esto. Para entender esto de manera un poco más precisa, necesitamos ir más allá con las definiciones. ¿Qué es un objeto válidamente conocible, como maestro o estudiante, o largo o corto? Se define como algo que sostiene su propia naturaleza esencial, y es equivalente a un objeto convencional. “Naturaleza esencial” es la manera en que traduzco la palabra tibetana “ngowo” (ngo-bo).

Ahora necesitamos ver lo que significan esas palabras en la definición. ¿Qué es un objeto convencional? Es algo que, para facilitar la comunicación y otros fines prácticos, se ha acordado que es algo, como un maestro. Entonces, un objeto válidamente conocible es algo que puede ser válidamente conocible como esto o aquello, como maestro o como estudiante, como estudiar o como enseñar. Y está basado en lo que se ha acordado, por costumbre. 

La sociedad, por costumbre o convencionalmente, ha acordado lo que es un maestro y ha acordado que cierto grupo de sonidos sean las palabras que se use para comunicar lo que eso significa. Pensémoslo en términos de la gente de las cavernas, quienes idearon estas categorías de cosas y de alguna manera crearon palabras para ellas. Así es como necesitamos abordar todo este tema: ¿de dónde surgió todo esto? Las personas tuvieron que acordar que ciertos sonidos fueran palabras, y tuvieron que acordar ciertas cosas como: maestros, herramientas, peligro, amor; tuvieron que ponerse de acuerdo y formular conceptos y palabras para ellos. Esto es cierto, no solo para los humanos, incluso muchos tipos de animales tienen el concepto de “peligro” y tienen un sonido aceptado convencionalmente que lo comunica para advertir a otros miembros de su especie. 

Si lo pensamos es algo bastante extraordinario. Pensemos en la palabra “perro”, hay muchos animales que lucen realmente diferentes, ¿Cómo se llegó a establecer que a un grupo de todos esos se les llamara perros? ¿Qué estableció que todos formaran parte de la misma categoría y que haya una palabra asignada a dicha categoría que incluye a todos sus miembros? Es algo realmente sorprendente, si lo pensamos. ¿Quién lo habrá pensado por primera vez? Todos se ven muy diferentes. 

Estos son objetos convencionales, como “perros”. Su existencia como perros y el ser válidamente conocibles como perros, surge en dependencia de una costumbre, de convenciones, contextos, definiciones y demás. Recordemos que no solo nos ocupamos del conocimiento general sobre objetos, tales como perros; también estamos abordando cosas como tonto, feo, este tipo de cosas que tienen una carga emocional. Estas palabras y categorías con carga emocional, claramente han surgido en dependencia de convenciones sociales, un contexto, y muchas otras cosas. Bobo, tonto, feo, son conceptos convencionales y su significado ha sido acordado por costumbre. Pueden ser válidamente conocibles, pero por supuesto, cada uno es un término y concepto relativo. Como hemos visto, somos viejos para nuestros hijos y jóvenes para nuestros padres. Ambas apreciaciones son válidas, relativas a muchas cosas, tales como la edad de la persona que nos ve, su cultura, etc. “Yo soy un tonto comparado con Einstein” o “soy muy listo comparado con el perro”. Estas palabras y conceptos relativos hacen posible la comunicación. 

Los objetos convencionales válidamente conocibles tienen dos naturalezas esenciales

Un objeto convencional, un objeto válidamente conocible, es algo que sostiene su propia naturaleza esencial. ¿Qué significa eso? Bueno, en realidad los objetos convencionales válidamente conocibles tienen dos naturalezas esenciales. Por supuesto que todos traducirán estos términos de formas diferentes, pero yo sugiero que se les llame: “naturaleza esencial natural” – lo que algo parece ser, esto o aquello, como en la superficie. Esta naturaleza esencial superficial esconde algo más profundo y eso sería la “naturaleza esencial más profunda”, la ausencia o falta de dicho objeto de ser establecido como esto o aquello de formas imposibles. 

Los términos más comúnmente usados para estas dos naturalezas esenciales son: naturaleza convencional o naturaleza relativa y naturaleza última, pero a mí no me parece que expresen el significado exacto. Son la naturaleza esencial que está en la superficie: es superficial, está en la superficie, es la manera en que aparece; y la naturaleza esencial más profunda. 

La naturaleza esencial superficial de los objetos

La naturaleza esencial superficial de los objetos es lo que, convencionalmente, son los fenómenos válidamente conocibles, es lo que los objetos son convencionalmente: un maestro, un estudiante, largo o corto, listo o tonto. Es superficial, es lo que algo parece ser, pero obviamente, lo que parece ser para alguien. 

Entonces nos preguntamos: ¿cómo explicar estas naturalezas superficiales? Lo que resulta confuso y engañoso es que estas naturalezas superficiales parecen ser explicadas por naturalezas inherentes; en otras palabras, por algo encontrable desde el lado de los objetos, objetos convencionales, que tienen el poder de hacerlos lo que son. Por ejemplo, parece que hay algo dentro de mí que me hace ser tonto, hay algo mal en mí. Y así lo creemos: “Soy realmente tonto” o “Soy realmente bello” o “Soy realmente el maestro”. 

Otra manera de traducir la palabra tibetana para “naturaleza inherente”, “rangzhin” (rang-bzhin) es una “naturaleza autoestablecida”, que es la traducción que yo prefiero. Es una naturaleza encontrable dentro de un objeto válidamente conocible que, completamente por sí mismo, lo establece como siendo lo que convencionalmente es. Alguien podría ser convencionalmente un maestro, eso es válido. O puede ser convencionalmente un estudiante, eso es válido. Pero parece como si solo fuera un maestro natural, con algo dentro de mí que me hace ser un gran maestro, o que me hace ser un gran estudiante, eso es falso. Así parece, pero no es cierto. Ignorancia, o no darse cuenta, es cuando creemos que eso es cierto. 

Por favor, tomen nota de que este término tibetano, rangzhin, también se usa algunas veces como sinónimo de esta naturaleza esencial superficial. En dicho caso, necesita ser traducido y entendido como “naturaleza propia”. Pero la naturaleza propia de las cosas no es una naturaleza autoestablecida. En otros contextos, tales como los textos dzogchen, cuando se hace diferencia entre ngowo y rangzhin, ngowo es la naturaleza esencial superficial de algo, lo que algo es; y rangzhin es su naturaleza funcional, lo que hace. Es importante diferenciar estos significados y usos de estos términos, de otra forma, podemos confundirnos mucho. 

La naturaleza esencial más profunda

La naturaleza esencial más profunda de los objetos es su vacuidad de existencia autoestablecida. No hay tal cosa como una naturaleza autoestablecida encontrable desde el lado de los objetos válidamente conocibles. Su naturaleza propia no funciona como naturaleza autoestablecida. Por lo tanto, cuando hablamos de la vacuidad, es imposible que la existencia convencional de algo sea explicada por una naturaleza autoestablecida. ¿Por qué? Porque no hay tal cosa como una naturaleza autoestablecida.

Un simple ejemplo: en la pantalla de la computadora o en la del celular, vemos a una persona pequeña. ¿Cómo establecemos que ahí está la apariencia de una persona? La naturaleza esencial superficial es la apariencia, se ve como si ahí estuviera una persona pequeña en la pantalla de nuestro celular. Y eso es válido, es correcto. Cualquiera que viera la pantalla estaría de acuerdo: “Sí, eso se ve como una persona pequeña”. La naturaleza superficial es que eso es una persona; es la apariencia de una persona pequeña, de un ser humano.

¿Cómo explicamos el hecho de que está esa apariencia en la pantalla de mi celular? ¿Puede explicarse por el hecho de que en realidad hay una persona pequeña dentro del celular, que me mira desde dentro de la pantalla? Esa sería una naturaleza autoestablecida: “¡Hola, aquí estoy dentro de tu celular!”; eso es imposible, no hay tal cosa. Solo está establecido por un tipo de programa de computadora e internet, y todo ese tipo de cosas, pero no por una persona pequeña sentada dentro de tu celular. La vacuidad significa que es imposible que esté establecido por algo adentro, inherente y autoestablecido: “Hola, aquí estoy”, por ponerlo en un ejemplo muy simple. Pero es válido, convencionalmente, que eso es lo que aparece, y parece que hay alguien ahí, pero en realidad no lo hay, si realmente lo pensamos. 

Podríamos llevar esto a un nivel muy profundo. Parece como si hubiera un pequeño “yo” hablando, sentado dentro de nuestra cabeza, el autor de la voz que está hablando, como alguien dentro de mi celular. Así parece, pero en realidad no hay ningún “yo” hablando sentado dentro de nuestra cabeza. Pero es válido que sea yo, y no seas . ¿Cómo explicamos el hecho de que se trata de mí? ¿Es porque hay un pequeño yo sentado dentro de mi cabeza, hablando? No. Es en dependencia de muchas otras cosas, pero aún es válidamente yo, no eres

Esto es algo muy importante, muy profundo, cuando aplicamos este análisis al “yo”, pero esto es a lo que el análisis nos lleva, comenzando por un ejemplo bobo como el de un celular. Así es como abordamos este material; podemos entenderlo con ejemplos fáciles, y de ahí ir más y más profundo. Creo que el ejemplo del celular es bueno. En otros tiempos habría sido una televisión.

Esto es algo muy importante de entender; los objetos conocibles convencionalmente tienen dos naturalezas esenciales: superficialmente, lo que convencionalmente es. Pero también aparece como si hubiera una naturaleza autoestablecida desde el lado del objeto que lo sostiene, que lo explica, todo por su propio poder. Su naturaleza esencial superficial, su naturaleza propia, parece ser una naturaleza autoestablecida; pero esa es una apariencia engañosa, falsa. No hay tal cosa dentro de ningún objeto que lo sostenga. Su existencia como es convencionalmente y su existencia como un objeto válidamente conocible, no puede explicarse por algo encontrable dentro de él por medio del análisis. La ausencia de tal manera de establecer su existencia es su naturaleza más profunda, su vacuidad o vacío. Su existencia convencional como lo que es y aun su existencia como objeto válidamente conocible, solo pueden ser establecidas en dependencia de muchas otras cosas. Esto es conocido como “surgimiento dependiente”.

Tomemos unos minutos para tratar de reafirmar nuestro entendimiento de esto. Es muy básico, es fundamental en nuestro entrenamiento budista. Esta es la fuente de todos nuestros problemas: creemos que la manera en que las cosas parecen existir es la manera en que existen en realidad. Parece como si una pequeña persona estuviera dentro de mi celular, bueno, esto es absurdo. Parece que hay algo dentro de “mí” que me hace bobo, o tonto, como si esa fuera mi naturaleza inherente. Bueno, ser tonto es solo relativo a alguien más, como Einstein. Puede que sea tonto en cierta área y listo en otra. Todo es relativo. 

Mírenme, soy realmente tonto cuando se trata de usar aparatos mecánicos, soy tonto sin remedio. Pero soy muy listo con la gramática sánscrita. ¿Soy inherentemente tonto o inherentemente listo? ¿“soy muy listo” o “soy muy tonto”? Solo puedo establecer que soy listo o tonto en dependencia del contexto y el asunto en cuestión. ¿Estamos hablado de reparar una bicicleta o de reconocer en qué caso está cierto sustantivo sánscrito? No hay nada desde “mi” lado que me haga inherentemente listo o tonto. Pero cuando nos identificamos con uno u otro, entonces nos metemos en verdaderos problemas emocionales. Pensamos, este es el verdadero “yo”: “Soy listo”. O bien, el verdadero “yo” es “tonto”; ese es el verdadero “yo”. Eso es absurdo. Traten de aplicar esto a ustedes mismos - piénsenlo. 

(pausa)

Preguntas sobre un “yo” autoestablecido 

Como parte de nuestro proceso de desarrollo, nos hacemos conscientes de nosotros mismos. Los gatos, por ejemplo, no se reconocen a sí mismos en el espejo, pero los niños, como a la edad de tres o cuatro años, pueden reconocerse como separados de los demás. ¿Cómo es esto posible?

La pregunta interesante que surge de aquí es: antes de que los niños pequeños tengan un sentido de auto-reconocimiento. ¿tienen aferramiento a un yo inherentemente establecido? Tendríamos que decir que sí. De otra manera, ¿por qué lloran los bebés al sentir la incomodidad de tener hambre? ¿No tienen un sentido automático de “yo”, como en: “Yo quiero que desaparezca esta hambre”? Los niños muy pequeños pueden ser muy necios y obstinados aun antes de aprender a hablar. Incluso pueden ser posesivos y egoístas: “Este es mi juguete, mío”. Incluso los gatos tienen un sentido de un “yo” autoestablecido: “Este es mi tazón de comida, no del otro gato, este es mío”. 

Es interesante cómo nuestro aferramiento por un “yo” sólidamente existente se torna cada vez más fuerte a medida que envejecemos. Un bebé antes de hablar no piensa verbalmente, pero, aun así, tal como el gato, tiene un concepto de un “yo” sólido autoestablecido. Pero cuando un niño pequeño llega a cierta edad y aprende el lenguaje, comienza a hablar en su mente. Eso ayuda a solidificar un sentido de que hay un tipo de “yo” sólido ahí dentro, hablando. Y a medida que va creciendo, hay todo tipo de situaciones que fortalecen dicho aferramiento cada vez más, por ejemplo, el número de “me gusta” que obtienen en sus publicaciones de Facebook.

Al deconstruir el sólido sentido de un “yo” ¿cómo evitar el peligro de perder confianza en uno mismo? 

Perdemos confianza en nosotros mismos cuando vamos al extremo del nihilismo, el extremo de negar nuestra existencia convencional. Entonces, necesitamos analizar: ¿qué establece la confianza en mí mismo? ¿Es algo dentro de mí que me hace ser fuerte desde mi propio lado? ¿O bien esa confianza depende de muchas, muchas otras cosas? Por ejemplo: lo que he estudiado, mi entrenamiento, si estoy cansado, si estoy alerta. Hay todo tipo de cosas de las que podría depender la confianza en mí mismo en cada situación específica o respecto a cualquier tarea específica. Esto es realista; es la realidad convencional.

Cuando tenemos un sentido de confianza en nosotros mismos, ¿cuál es la realidad convencional de ello?

Convencionalmente, podemos sentir que tenemos confianza en nosotros mismos. Así es como nos sentimos, incluso otras personas pueden percibirnos de esa forma. Por ejemplo, podemos hablar con gran confianza en nosotros mismos, y eso puede ser cierto, hablamos con autoconfianza. 

Ahora, necesitamos hacer aquí una diferenciación. Hay dos aspectos de la verdad convencional: está la verdad convencional de lo que algo es y está la verdad convencional de cómo algo parece estar establecido. Me parece que aquello en lo que la confianza en uno mismo se basa, lo que la explica y lo que la sostiene, es inherentemente ese poder de mi propia naturaleza inherente; soy realmente genial. Después de todo, puedo trabajar siete días a la semana sin tomar días de descanso o vacaciones. Parece que puedo hacerlo todo y que mis habilidades están establecidas por el poder de mi naturaleza propia de ser genial. Pero esta sensación de confianza en nosotros mismos no está establecida por algo así. Está establecida por el hecho de que estamos haciendo algo que nos gusta y para lo que somos buenos; pero hay otras cosas que no nos gusta hacer y para las que no somos buenos. Así que, aunque podamos sentir como si pudiéramos hacer cualquier cosa y que eso pueda darnos un sentido de confianza en nosotros mismos, no es algo válido.

Para que la confianza en uno mismo sea sana, necesita estar basada en la realidad; necesita ser realista. Tener confianza en nosotros mismos de poder hacer aquellas cosas que realmente no podemos hacer, solo nos llevará a cometer errores. Por ejemplo, tener confianza en que, aunque nos encontremos exhaustos, aun así, podemos manejar nuestro auto, fácilmente puede llevarnos a tener un accidente. Por otro lado, si somos neurocirujanos, más nos vale tener confianza en nosotros mismos de que sabemos lo que estamos haciendo. Pero bien podemos sentirnos muy confiados al llevar a cabo una cirugía cerebral, pero no tener confianza en nosotros para arreglar los frenos de nuestro auto. En este caso, tener confianza en nosotros mismos para realizar cirugía cerebral, es convencionalmente verdadero y está basado en la realidad convencional. Y es convencionalmente verdadero que, ante nosotros, nuestra habilidad parece ser autoestablecida por nuestra naturaleza de ser geniales, pero eso es engañoso. La verdad más profunda es que no hay nada inherentemente desde nuestro lado que, por su propio poder, nos haga ser geniales. Si entendemos eso, entonces podemos usar nuestras habilidades y talentos de formas realistas y no ser arrogantes al identificarnos sólidamente con aquello para lo que somos buenos. 

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