Niveles más sutiles de un “yo” falso

Repaso

Hemos estado discutiendo las cualidades del “yo” falso, las cuales son bastante específicas. El nivel de “yo” falso con el que hemos estado lidiando es el que se deriva del concepto de “yo”, o “ atman”, alma, que sostienen las escuelas indias clásicas no budistas. Hay tres cualidades aquí, pero tenemos que darnos cuenta de que son tres cualidades de un objeto, de este “yo” falso. Aunque estamos tratamos de entenderlas una por una, necesitamos entender que este “yo” falso tiene las tres cualidades. No deberíamos pensar que quizás haya algo que tenga sólo la primera cualidad, pero no la segunda. Me parece que es por eso que hay un poco de confusión al tratar de aislar completamente a lo que se refiere cada término.

Hablamos de este “yo” falso como algo estático, la cual es su primera cualidad. Ser estático significa que no cambia, no es afectado por nada y no afecta a nada más. Es un “yo” que, en cierto sentido, puede ser aislado de participar en cualquier relación de causa y efecto. “Uno”, la segunda cualidad, significa “monolítico”, un tipo de cosa unitaria sin partes y siempre idéntica a sí misma. El tercer aspecto de este “yo” falso es que está separado de sus agregados.

No tenemos mucho tiempo para extendernos en este tercer punto, pero obviamente podríamos invertir mucho tiempo pensando acerca de ello y tratando de reconocerlo en nosotros mismos. ¿Pensamos que hay un “yo” separado de los agregados, que sale de un cuerpo y de una mente después de la muerte y que vuela hacia otro cuerpo y mente, o que vuela al paraíso o al infierno? ¿Pensamos que hay un “yo” separado que deja el cuerpo y la mente cuando morimos y simplemente se convierte en nada? ¿Alguna vez han deseado ser alguien más, como esa estrella de cine o ese atleta, como si pudiéramos dejar nuestro cuerpo y mente y convertirnos en alguien más, o tener su complexión o su buena apariencia?

Cuando trabajamos con la vacuidad, la carencia de una identidad verdadera o un yo verdadero, tratamos de ver que nuestras ideas equivocadas acerca de nosotros mismos no se refieren a nada real, a pesar del hecho de que nosotros creemos que son ciertas y se sienten como si fueran ciertas. Siempre estamos tratando de proteger a este “yo” interior especial, pero no se refiere a nada real: no hay nada que proteger. O estamos tratando de probarnos a nosotros mismos, tratamos de ser aceptados por todos; pero no hay nada que probar. Sólo estamos aquí, no tenemos que probarnos a nosotros mismos. Muchas consecuencias provienen de entender esto, no sólo intelectualmente, sino también en términos de realmente hacerlo parte de la forma en la que interactuamos con el mundo.

Un “yo” falso que es como un controlador

¿Qué tenemos cuando hemos refutado este nivel del “yo” falso? ¿Con qué nos quedamos? Ahora pensamos en nosotros mismos como un “yo” que no es estático. No es monolítico, por lo que puede ser diferentes cosas en diferentes situaciones, e incluso puede perder algunas partes. Y no está separado de los agregados: no puede separarse de un cuerpo y una mente.

Pero aún podríamos pensar que este “yo” no estático es un jefe o un controlador – un “yo” pequeño en nuestra cabeza que presiona botones y que controla lo que pasa – . En otras palabras, no solamente podríamos pensar que hay un “yo” controlador adentro de nosotros que es estático, monolítico y completamente separado de nuestro cuerpo y mente, incluso podríamos pensar que hay un “yo” en el panel de control de nuestra cabeza que es no estático, tiene partes y que es imputado sobre el cuerpo y la mente. Pero tal “yo” falso no se refiere a nada real.

Necesitamos tratar de identificar esto en nosotros mismos. Pensamos “ ¿Qué debería hacer ahora? ¡Todo el mundo me está viendo! ¿Qué debería decir ahora? Pienso que debería hacer esto, pienso que debería hacer aquello”, como si hubiera un “yo” que está haciendo un plan y que después presiona botones para provocar que el cuerpo haga algo. Estamos haciendo planes para nuestro “yo” – eso es realmente muy extraño, si lo piensan – . Tal forma de pensar casi implica que hay dos “yos” adentro de mí. De ahí es de donde proviene la experiencia de alienación. No hay nada de malo en planear, pero este concepto de un “yo” separado que se encuentra en los controles haciendo que todo ocurra, es falso.

Si lo que dices fuera cierto, entonces seríamos libres de tomar decisiones, de hacer esto o aquello a nuestra voluntad, lo cual ciertamente no es verdad. No somos libres. Somos forzados por el karma y por los doce eslabones de surgimiento dependiente.

Sí. En un sentido eso es correcto, pero dejemos de lado la discusión del karma, el libre albedrío y la predeterminación, y la relación de esos temas con la vacuidad. Es muy complicado. Cuando entendemos el karma entendemos que tanto el determinismo como el libre albedrío son dos extremos que necesitan ser refutados. El proceso de toma de decisiones es un “camino medio”.

La idea de un “yo” controlador adentro de nuestra cabeza podría conducir a la fantasía de que los seres humanos son seres soberanos, que controlan incluso la naturaleza y cosas por el estilo.

Exactamente. Eso es cuando imaginamos que este “yo” controlador es como un dios omnipotente. Asimismo, con ese concepto de “yo” controlador semejante a un dios, juzgamos a las personas y pensamos en castigarlas: “Tú me hiciste eso. Eres culpable. ¿Ahora que debería hacerte yo a ti?”.

¿Los ejemplos siempre son negativos?

No. Es lo mismo si pienso: “Les daré un curso de vacuidad maravilloso porque, dado que me agradan, quiero ser amable con ustedes”. Detrás de ello, estoy pensando que soy el controlador y que puedo crear algo bueno para ustedes sólo por mi propio poder independiente.

Así que el controlador también puede hacer cosas positivas.

Sí, pero ten cuidado con la forma en la que formulas eso. El “yo” convencional puede hacer cosas constructivas, mientras imagina incorrectamente que existe como un controlador. Pero ya sea que hagamos algo constructivo, destructivo o sólo éticamente neutro sobre la base de esta idea equivocada, de lo que estamos tratando de deshacernos es de nuestra creencia de que existimos como este controlador: “Quiero controlar mi casa y mi familia de tal forma que todos hagan lo que yo quiero, lo cual pienso que es bueno para ellos”. Y sea que pensemos en este “yo” controlador como estático o incluso como no estático y cambiante todo el tiempo, aún así pensamos que tiene el control – o que debería tener el control – .

Esta idea equivocada de un “yo” que es un controlador o un jefe es con lo que necesitamos trabajar en el segundo nivel. Necesitamos entender que esto no se refiere a nada real. No hay un pequeño “yo” interior, sentado de brazos cruzados y experimentando cosas, o sentado en el panel de control haciendo que las cosas ocurran. Aparece ante nosotros que existimos de esta forma falsa, y se siente de esa forma, pero no existimos así. Nuestra falta de darnos cuenta está basada en el hecho de que nuestra mente hace aparecer que las cosas existen de una forma en la que no existen, y somos engañados y creemos que esas apariencias son verdaderas.

Un “yo” falso que puede ser conocido autosuficientemente, por sí mismo

Incluso si podemos entender que el “yo” no existe como un controlador en nuestra cabeza, aún así nuestra mente automáticamente lo hace aparecer como si el “ yo” pudiera ser conocido autosuficientemente, por sí mismo, sin ver, escuchar, pensar o conocer simultáneamente la base sobre la que es imputado. Pensamos: “Yo me conozco a mí mismo”, como si pudiéramos conocer un yo que es “yo”, independientemente de conocer nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestras relaciones, nuestras posesiones y demás. O queremos que alguien nos ame por “nosotros mismos”, no por nuestro cuerpo, por nuestro cerebro, por nuestro dinero o lo que sea. Tal “yo” que se puede conocer de forma autosuficiente no se refiere a nada real. ¿Cómo puedo verme en el espejo por las mañanas sin ver además la cara sobre la que ese “yo” es etiquetado?

Un “yo” falso con una marca característica definitoria que puede encontrarse

¿Qué es lo que nos queda cuando refutamos hasta el nivel más sutil del “yo” falso? ¿Qué es el “yo” convencional? Entendemos que la existencia del “yo” convencional es establecida en términos del etiquetado mental. Hay tres cosas involucradas en el etiquetado mental: (1) la etiqueta mental “yo” (2) la base para etiquetarla, a saber, los factores agregados de nuestro cuerpo y mente, y (3) a lo que la etiqueta se refiere: el “yo” convencional.

Pero aún podríamos pensar que hay alguna marca característica definitoria individual y especial del lado de nuestro cuerpo y mente que los habilita para un correcto etiquetado de ellos como “yo”. Es como si hubiera algo que puede encontrarse en mí que me hace ser “yo” – una cualidad especial, algunas características definitorias que me hacen ser “yo” y no “tú”, y que permite que la palabra “Alex” ser correctamente etiquetada sobre mí y no sobre la mesa o el perro – . Si vemos el ejemplo de los gemelos idénticos, aparece que hay alguna característica definible en este gemelo que lo hacer ser este gemelo y no el otro. Podríamos entender que el “yo” no es un controlador, que cambia todo el tiempo, que no es monolítico, que no es separable de los agregados y que no puede ser conocido por sí mismo, pero aún así podríamos pensar que hay algo ahí que me hacer ser “yo”, algo especial. Esa también es una idea equivocada. A pesar de que todos somos individuos, no hay nada que pueda encontrarse adentro que nos haga individuales. No es muy fácil que nos demos cuenta de ello.

En meditación, necesitamos observar para ver si hay algo que me haga ser “yo”. ¿Qué me hace ser “yo”? ¿Es mi composición genética o qué? ¿Si escribimos el código genético en el pizarrón eso es “yo”? Se vuelve muy interesante. ¿Qué soy? ¿Qué me hace ser “yo”? Es difícil brindar una respuesta. En este nivel, aún no nos estamos identificando con los agregados. En este nivel, ¡la idea es que tiene que haber algo! Pero no podemos decir exactamente qué es. ¿Qué me hace ser “yo”? ¿Mi gran nariz? Si, como Michael Jackson, perdiera la mitad de mi nariz, ¿aún sería “yo”?

Es el flujo de mi vida lo que me hacer ser “yo”; la forma en la que se desarrolla mi vida.

¿La dirección en sí misma? ¿Cómo puedes tener una dirección separada de todo lo demás? Si tenemos una lista de todos los lugares a los que hemos ido y de cada pedazo de comida que hemos probado en toda nuestra vida, ¿eso nos hacer ser “yo”?

Es toda mi experiencia, todos los pensamientos que se me ocurren.

¿Eso es quien soy? ¿Sólo mis pensamientos? Si escribo todos mis pensamientos, ¿eso soy “yo”? Eso es como decir que Shakespeare era sus obras. Mi madre ahora tiene Alzheimer; no me parece que piense nada. ¿Ella aún está ahí?

Es muy interesante porque tenemos esta idea equivocada, no solamente sobre nosotros mismos, sino también sobre otras personas. Decimos: “Hay algo especial en ti que te hace ser ‘tú’. Eres tan especial”. No podemos realmente decir qué es, pero casi podemos probarlo, casi podemos sentir a la otra persona. Yo experimento así a las personas. Me experimento así a mí mismo. ¿Pero realmente hay algo que hace a una persona “yo” o “tú”?

La forma de energía espiritual. Si veo a alguien me transmite una forma de energía y eso es lo que entiendo de ellos. Eso es lo que los hacer ser quienes son.

¿Incluso de una fotografía de ellos? ¿Incluso si los escuchas por teléfono? ¿Qué pasa cuando están dormidos?

Entonces simplemente no está activa. La energía espiritual de una persona tiene dos polos: uno activo y uno pasivo.

Cuando están dormidos, ¿cómo sabes que esa energía espiritual aún está ahí? ¿Cómo sabes que está ahí pero pasiva, como opuesto a que no haya nada? Para ser capaces de etiquetar correctamente a esa persona como “tú”, incluso cuando está dormida, ¿no necesitamos percibir esa marca característica especial: esa energía espiritual especial?

Entonces simplemente no está en acción en ese momento.

¿Cómo lo sabes? Si eso es lo que la persona es y no lo percibimos cuando está dormida, entonces ¿ya no es esa persona cuando está dormida? Y cuando no está con nadie más y nadie experimenta su energía espiritual, ¿aún es esa persona?

Ciertamente, todo esto no depende del estado del cuerpo de la persona. Ya sea que una persona esté despierta o dormida, la energía espiritual aún está ahí, independiente del estado corporal.

¿Dónde está, entonces? Podemos utilizar la búsqueda estándar. ¿Está en la nariz? ¿Está en las manos? ¿Está en la mente? ¿Dónde está?

Quizás el rasgo característico que me hacer ser “yo” es una colección individual y especial de hábitos que cambia de una forma individual especial, de acuerdo al karma.

El texto usa el ejemplo de un carruaje, pero podemos usar un auto. El auto no es una colección de todas sus partes. Si ponemos todas las partes del auto aquí en el suelo, ¿eso es el auto? El cuerpo es setenta y ocho por ciento agua y el resto son otros muchos químicos. Así que si ponemos cada uno de ellos en una colección de botellas en el piso, ¿eso es lo que somos? No somos solamente la suma de nuestras partes, incluso aunque admitamos que esas partes cambian todo el tiempo de acuerdo a las fuerzas del karma.

Parte de lo que nos hace “yo” a cada uno de nosotros ciertamente es que, en un sentido muy neutral, dejamos una impresión especial en nuestro medio ambiente y en nosotros mismos.

¿Y esa impresión es quien somos?

No es quien somos, pero prueba que somos .

Bueno, es cierto, afectamos cosas. Pero estamos hablando de si hay alguna característica definitoria, alguna “cosa” dentro de mí que me haga ser “yo”. Sin embargo, tu aportación nos introduce a toda la discusión de la vacuidad y la causa y el efecto conductual, lo cual es muy importante de entender. ¿Establecemos nuestra existencia produciendo algo? Descartes dijo: “Pienso, luego existo”. ¿Esto significa “trabajo y produzco este efecto, por lo tanto, soy”?

Pienso que una gran cantidad de ese tipo de pensamiento proviene de la ética de trabajo protestante. Pensamos que si producimos un efecto verdadero, entonces esto prueba que verdaderamente existimos y eso nos convierte en una persona valiosa. “Existo; produje algo”. Ese pensamiento también está basado en el “yo” falso. Pensamos: “Si no produzco nada, no soy bueno – ni siquiera existo – ”.

¿Realmente necesitamos encontrar una marca característica especial en nosotros para probar nuestra propia existencia? ¿No es algo muy típico de los seres humanos querer probar algo?

Sí, querer probar nuestra existencia con alguna cosa que puede encontrarse dentro de nosotros que nos haga ser “yo” es parte de nuestra ignorancia. Pero no existe tal cosa. Un “yo” cuya existencia es establecida o probada por una marca característica que puede encontrarse del lado del cuerpo o de la mente tampoco se refiere a nada real. Ese es el siguiente nivel de lo que estamos refutando, un nivel más sutil de la fantasía de una forma imposible de existencia.

Con lo que nos quedamos después de refutar el “yo” falso

Ahora, ¿con qué nos quedamos cuando refutamos y eliminamos la idea equivocada de una marca característica definitoria que puede encontrarse? Nos quedamos sólo con el etiquetado mental. Este “yo” es solamente a lo que la palabra o el concepto “yo” se refiere sobre la base de los agregados, pero no hay nada en los agregados – en el cuerpo o en la mente – que podamos encontrar como “yo” o como una marca característica definitoria individual que me haga ser “ yo”.

¿Qué se puede decir acerca de los grandes artistas o científicos? Todos ellos dicen que sus poderes creativos provienen de la intuición, no de un proceso intelectual de etiquetado mental.

Ciertamente, el ser creativo puede surgir espontáneamente y no ser intelectual ni deliberado. Sin embargo, ser intelectual o deliberado no es lo mismo que el etiquetado mental. En la cuestión de considerar si una persona es o no talentosa, lo que se involucra es el etiquetado mental; no tiene nada que ver con su proceso creativo mismo. Una sociedad podría decir: “Esta es una persona muy talentosa”. Para otra sociedad, la misma persona podría ser un lunático excéntrico que hace pura basura. Que la persona exista o no como “talentosa” surge dependientemente de una etiqueta que es relativa al grupo que hace el etiquetado. Un bebé, al ver una pintura, no pensará: “ ¡Oh, es realmente muy hermosa!”. Sólo la arrugará y tratará de meterla en su boca.

Pero podemos aprender de un niño.

Cierto; y lo que aprendemos aquí es que decir que una persona es “talentosa” es un juicio de valor. Alguien pinta un lienzo completamente negro y un grupo de críticos dice: “¡Oh! ¡Este es un gran trabajo de arte!” y otras personas lo ven y dicen: “¡Eso es basura!”.

¿Pero la belleza no es dependiente, no sólo del etiquetado mental, sino de diversas experiencias y muchas otras cosas?

Estás confundiendo dos cosas. La razón por la que una sociedad considera que algo es hermoso tiene que ver con su historia, sus religiones y filosofías, su medio ambiente y muchos otros factores. Aquí no estamos hablando de por qué una sociedad etiqueta a alguien como talentoso y otra no. Sólo estamos hablando del hecho de que para una sociedad alguien existe como talentoso y para otra sociedad no. No estamos hablando de “por qué”. Estamos diciendo que no hay nada en alguien que lo haga “talentoso” de forma inherente y que pueda encontrarse, y no hay nada en una pintura que la haga “una hermosa pintura” de forma inherente y que pueda encontrarse. Si así fuera, entonces todos tendrían que ver a esa persona como talentosa y a esa pintura como hermosa. Y si no las vieran así, estarían equivocados o ciegos.

La mayoría de la gente, al ver un amanecer, experimenta el volverse uno con ese acontecimiento.

Ese es un ejemplo perfecto. Cuando empecé a vivir en la India, cada anochecer acudía a ver la puesta del sol y mis amigos occidentales iban conmigo. Un monje tibetano también vivía en mi casa. Un día preguntó: “¿Qué están haciendo?”. Yo dije: “Estamos viendo la puesta del sol”. Él preguntó por qué y yo respondí: “Porque es muy hermoso”. Él no podía entenderlo en absoluto. Pensaba que era la cosa más descabellada del mundo. Considerar hermosa una colorida puesta del sol es culturalmente específico. Y, por supuesto, no todos en cada cultura tienen los mismos valores. No a toda la gente en Francia le gustan los quesos apestosos. No a todos en la India les gusta el ají.

Entonces, la pregunta principal es: “¿Existe algo que pueda encontrarse dentro de nosotros o de alguien más que nos haga ser ‘esto’ o ‘aquello’?”. Primero, necesitamos tratar de entender todo esto en términos de nosotros mismos si nuestra meta es superar nuestros problemas en la vida y alcanzar la liberación y la iluminación. Necesitamos entender esto en términos de nosotros mismos, después en términos de otras personas, y después con todos los fenómenos, tales como las pinturas.

Resumen

Tratemos de resumir y después terminar por hoy.

La fuente de nuestros problemas en la vida es nuestra falta de entendimiento o nuestra ignorancia, nuestra falta de darnos cuenta. Esta falta de darnos cuenta es acerca de la causa y el efecto conductual y acerca de la naturaleza de la realidad, cómo existen las personas (nosotros y otros) y cómo existen todos los fenómenos alrededor de nosotros. Con respecto a nosotros mismos, tenemos una idea equivocada, con la que imaginamos que existimos como un “yo” falso. Pero no estamos afirmando un punto de vista nihilista. No estamos diciendo que yo no existo y que nada existe. Podrían decir que esta mano es sólo átomos y elementos (químicos). Pero si la cortamos, experimentamos dolor; así que convencionalmente existe y convencionalmente “yo” existo.

Después vimos que este “yo” convencional es como una abstracción que usamos para referirnos a los agregados, los factores siempre cambiantes que conforman nuestra experiencia momento a momento.

También hemos visto que la vacuidad se refiere a la ausencia de formas fantasiosas e imposibles de existencia. Proyectamos y pensamos que este “yo” convencional existe en todo tipo de formas extrañas e imposibles, que no se refieren a la realidad. No proyectamos esto porque seamos tontos o malas personas, sino porque nuestra mente hace aparecer ante nosotros que existimos de esa forma. Y después creemos que nuestra proyección de nosotros mismos es verdadera, porque se siente verdadera.

También vimos que hay más y más niveles sutiles de esta idea equivocada del yo y que es necesario trabajar a través de ellos paso a paso. Primero refutamos el nivel más burdo y después trabajamos con lo que queda. Si sólo empezamos con el último, se vuelve muy trivial. Si sólo decimos: “No puedo encontrar ningún ‘yo’ porque no soy mi nariz, no soy mi boca, no soy mi oído…” Eso no ayuda. Bueno, quizás ayuda un poco. No debería ser tan sarcástico. Pero no es un análisis tan profundo.

Lo que dicen las enseñanzas budistas es que no hay un “yo” estático, monolítico, que exista separadamente de una continuidad individual de factores agregados de cuerpo y mente. Así que hay un “yo” cambiante, no monolítico, que es parte de los agregados.

¿Tal “yo” es un controlador de los agregados? No, no existe tal cosa. Así que existe un “yo” cambiante que no es un controlador dentro de los agregados. ¿Puede ese “yo” cambiante y no controlador conocerse por sí mismo? No, no puede. Pero si sólo puede ser conocido al conocer, al mismo tiempo, a los agregados sobre los que es etiquetado, ¿hay algo dentro de esos agregados, alguna marca característica inherente que pueda encontrarse que permita que esos agregados – esa continuidad individual de cuerpo y mente- sean correctamente etiquetados como “yo” y no como “tú”? No.

Así que, ¿quién soy yo? “Yo” soy meramente a lo que la etiqueta “yo” se refiere sobre la base de esos agregados como su base de etiquetado. Ese “yo” cambia todo el tiempo, tiene partes, nunca puede separarse de su base de etiquetado, no es el controlador de esa base, y no puede ser conocido en forma separada de también conocer simultáneamente algún aspecto de esa base. Y no hay una marca característica definitoria que pueda encontrarse dentro de los agregados que permita un etiquetado mental correcto; y tal marca definitoria que pueda encontrarse ciertamente no es “yo”. La base de etiquetado y lo que está siendo etiquetado sobre ella no pueden ser la misma cosa. Como una etiqueta más específica que sólo “yo”, mi familia puede acordar llamarme por un nombre, mis amigos tibetanos pueden llamarme con un nombre diferente, y los mosquitos me pueden etiquetar como una comida. Puedo existir válidamente como todas esas diferentes cosas para esos grupos, meramente sobre la base del etiquetado mental.

Para regresar a la discusión de esta mañana: ¿qué es la naranja? ¿Es lo visible? ¿Es el sonido? ¿Es el olor? ¿Es el sabor? Eso depende del tipo de conciencia que esté lidiando con ello. No es que haya un olor característico que podamos encontrar dentro de la naranja, que la haga ser una naranja. No es que podamos ver dentro de los átomos y decir: “Ahí está la naranja”.

Es cierto que algo tiene que ser capaz de desempeñar la función que corresponda con la etiqueta que le damos. Si llamo a esta silla “un perro”, eso no la hace un perro. No puede funcionar como un perro. Existen muchas convenciones y reglas que permiten un etiquetado mental correcto sin que tenga que haber en el objeto algo que pueda encontrarse.

Esto es muy importante porque cuando negamos o refutamos algo con la vacuidad, ¿qué es lo que se va a negar? Este “yo” falso. Al final de esa refutación, no nos quedamos simplemente con nada, completamente perdidos. Si pensamos de esa forma, el peligro es pensar que nada importa y que no hay ninguna diferencia en cómo nos comportemos. De hecho, las cosas sí funcionan de acuerdo a la causa y el efecto, de acuerdo a la experiencia y demás. Todas estas cosas operan. 

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