Historia del budismo y el islam en Afganistán

Geografía

Diversas escuelas del budismo hinayana estuvieron presentes desde tiempos remotos en Afganistán, a lo largo de los reinos que había en la ruta comercial hacia Asia Central. Los principales reinos fueron Gandhara y Bactriana. Gandhara incluía las áreas del panyab paquistaní y los lados afganos del Paso Jáiber. Con el tiempo, la mitad afgana desde el Paso Jáiber hasta el Valle Kabul recibió el nombre de Nagarahara, mientras que el lado panyabí conservó el nombre de Gandhara. Bactriana se extendía desde el Valle Kabul hacia el norte e incluía el sur de Uzbekistán y Tayikistán. Al norte de Bactriana, en Uzbekistán central y Tayiquistán noroccidental se encontraba Sogdiana. La parte sur de Bactriana, justo al norte del Valle Kabul, se llamaba Kapisha, mientras que la parte norte recibió posteriormente el nombre de Tocharistán.

Establecimiento temprano del budismo

Según las biografías tempranas del Buda de la escuela hinayana, como el texto sarvastivada El sutra de la obra vasta (sct. Lalitavistara Sutra), Tapassu y Bhallika, dos hermanos mercaderes procedentes de Bactriana, fueron los primeros discípulos que recibieron los votos laicos. Esto sucedió ocho semanas después de la iluminación de Shakyamuni, fecha tradicionalmente adscrita al 537 a.e.c. Posteriormente, Bhallika se hizo monje y construyó un monasterio cerca de su ciudad natal, Balj, cerca de la actual Mazari Sharif. Llevó consigo ocho cabellos del Buda como reliquia, para los que construyó una estupa. Alrededor de esta época, Bactriana se convirtió en parte del imperio aqueménida de Irán.

En el año 349 a.e.c., algunos años después del segundo concilio budista, la tradición mahasánguika del hinayana se escindió de la teravada. Muchos mahasánguika se trasladaron a Gandhara. Con el tiempo fundaron el monasterio de Nagara Vihara en Hadda, la principal ciudad del lado afgano, y cercana a la actual Jalalabad, llevando consigo una reliquia del cráneo del Buda.

Al poco tiempo, un anciano de la tradición teravada, Sambhuta Sanavasi, los siguió e intentó establecer su tradición en Kapisha. No tuvo éxito y la mahasánguika echó raíces como la principal tradición budista en Afganistán.

Con el tiempo, los mahasánguika se escindieron en cinco sub-escuelas. La principal en Afganistán era la lokottaravada que más tarde se estableció en el valle Bamiyán en las montañas Hindú Kush. Ahí, en algún momento entre los siglos III y V e.c. sus seguidores construyeron la mayor estatua del mundo que representa al Buda de pie, manteniendo con ello su afirmación del Buda como una figura transcendente y sobrehumana. Los talibanes destruyeron este coloso en el año 2001 e.c.

En el año 330 a.e.c., Alejandro Magno de Macedonia conquistó la mayor parte del imperio aqueménida incluyendo Bactriana y Gandhara. Fue tolerante con las tradiciones religiosas de la región y parecía estar interesado principalmente en conquistas militares. Sus sucesores establecieron la dinastía seléucida. Sin embargo, en el año 317 a.e.c. la dinastía india maurya arrebató Gandhara a los seléucidas y es por esto que la región sólo fue helenizada de un modo muy superficial durante este breve período.

El emperador maurya Ashoka, que gobernó entre el 273 y el 232 a.e.c., favoreció el budismo teravada. En los últimos años de su reinado envió una misión teravada a Gandhara dirigida por Maharakkhita. En el sur de Kandahar la misión erigió los “pilares de Ashoka” con edictos basados en principios budistas. Mediante estas misiones la escuela teravada estableció una presencia menor en Afganistán.

La escuela sarvastivada y el reino grecobactriano

Hacia el final del reinado de Ashoka, tras el tercer concilio budista, la escuela sarvastivada del hinayana también se escindió de la teravada. Tras la muerte de Ashoka, su hijo Jaloka introdujo el sarvastivada en Cachemira.

En el año 239 a.e.c. la nobleza griega local de Bactriana se rebeló contra el reinado seléucida y logró su independencia. En los años siguientes conquistaron Sogdiana y Cachemira, estableciendo así el reinado grecobactriano. Los monjes cachemiros pronto difundieron la escuela sarvastivada del hinayana en Bactriana.

En el año 197 a.e.c., los grecobactrianos conquistaron Gandhara a los maurianos y como consecuencia de ello el budismo sarvastivada también llegó a la zona sureste de Afganistán. Debido a la fuerte interacción surgida entre las culturas griega e india, los estilos helenísticos influyeron fuertemente en el arte budista, especialmente en la representación de formas humanas y en la caída de las túnicas.

Aunque el budismo teravada nunca fue fuerte en el reinado grecobactriano, uno de sus reyes, Menandro (pali: Milinda) que reinó entre los años 155 y 130 a.e.c., era seguidor del budismo teravada debido a la influencia de la visita del monje Nagasena. El rey hizo numerosas preguntas a este maestro indio y su diálogo se convirtió en Las preguntas de Milinda (pali: Milindapanho). Poco después, el estado grecobactriano estableció relaciones con Sri Lanka y envió una delegación de monjes a la ceremonia de consagración de la gran estupa construida allí por el rey Dutthagamani (que gobernó del 101-77 a.e.c.). Durante el contacto cultural resultante, los monjes grecobactrianos transmitieron oralmente Las preguntas de Milinda a Sri Lanka. Éste se convirtió posteriormente en un texto extra-canónico en la tradición teravada.

El período kushán

Entre los años 177 y 165 a.e.c. la expansión hacia el oeste del imperio han de China en dirección a Gansu y el este de Turquestán (chin. Xinjiang) desplazó a numerosas tribus nómadas nativas de Asia Central cada vez más hacia el oeste. Una de esas tribus, la xiongnu, atacó a otra, la yuezhi, y asimiló una gran parte de ella. Los yuezhi eran caucásicos que hablaban una antigua lengua occidental indoeuropea y representaban la migración más oriental de la raza caucásica. Según ciertas fuentes, una de las cinco tribus aristócratas de los yuezhi, conocidos en las fuentes griegas como los tocarios, emigraron al actual Kazajistán oriental llevando hacia el sur a los nómadas locales llamados sakas (antiguo iranio: saka), conocidos por los griegos como escitas. Sin embargo, tanto los tocarios como los sakas hablaban lenguas iranias. Debido a esta diferencia lingüística se discute si estos tocarios estaban emparentados con los descendientes de los yuezhi, también conocidos como “tocarios”, que habían establecido prósperas civilizaciones en Kucha y en Turfán en Turquestán oriental en el siglo II e.c. Es patente, sin embargo, que los sakas no estaban emparentados con los shakya, clan del centro norte de la India en el que nació el Buda Shakyamuni.

Primero, los sakas conquistaron Sogdiana a los grecobactrianos y después, en el año 139 a.e.c., durante el reinado del rey Menandro, tomaron también Bactriana. Allí, los sakas se convirtieron al budismo. Alrededor del año 100 a.e.c., los tocarios conquistaron Sogdiana y Bactriana a los sakas. Al asentarse en esas áreas también asimilaron el budismo. Éste fue el comienzo de la dinastía kuschan que con el tiempo se extendió a Cachemira, al norte de Paquistán y al noroeste de la India.

El rey kushán más famoso fue Kanishka (gob. 78-102 e.c.) cuya capital occidental estaba en Kapisha. Él apoyó a la escuela sarvastivada del hinayana, cuya subdivisión vaibáshika era especialmente prominente en Tocaristán. El monje tocario Ghoshaka fue uno de los compiladores de los comentarios vaibáshika sobre el abidharma (temas especiales de conocimiento) aceptados en el cuarto concilio budista que tuvo lugar en Kanishka. Cuando Ghoshaka regresó a Tocaristán después del concilio fundó la escuela occidental vaibáshika (Balhika). Nava Vihara, el principal monasterio en Balj se convirtió pronto en el centro de estudios budistas superiores de toda Asia Central, comparable al monasterio de Nalanda en el centro norte de la India. Enfatizó principalmente el estudio del abidharma vaibáshika y admitía sólo monjes que ya hubieran escrito textos sobre el tema. Dado que albergaba como reliquia un diente del Buda, era uno de los principales centros de peregrinaje a lo largo de la Ruta de la Seda de China a la India.

Balj había sido la ciudad natal de Zoroastro alrededor del año 600 a.e.c. Era la ciudad sagrada del zoroastrismo, la religión iraní que surgió de sus enseñanzas y la cual destacaba el culto al fuego. Kanishka siguió la política grecobactriana de tolerancia religiosa, de tal modo que el budismo y el zoroastrismo convivieron pacíficamente en Balj, donde influyeron mutuamente para su desarrollo. Monasterios en cuevas de este período tenían, por ejemplo, murales de budas con auras de llamas e inscripciones llamándolos “Buda-Mazda”, que era una combinación del Buda y de Ahura Mazda, el dios supremo del zoroastrismo.

En el año 226 e.c. el imperio persa sasánida derrocó el dominio kushán en Afganistán. A pesar de ser firmes seguidores del zoroastrismo, los sasánidas toleraron el budismo y permitieron la construcción de más monasterios budistas. Fue durante su dominio que los seguidores de la escuela lokottaravada erigieron las colosales estatuas del Buda en Bamiyán.

La única excepción a la tolerancia sasánida tuvo lugar en la segunda mitad del siglo III cuando el gran sacerdote zoroástrico Kartir dominó la política religiosa del estado y ordenó la destrucción de numerosos monasterios budistas en Afganistán, al parecerle que la amalgama del budismo y el zoroastrismo era una herejía. Sin embargo, tras su muerte el budismo se recuperó rápidamente.

Los hunos blancos y los turcos shahis


Al comienzo del siglo V, los hunos blancos, conocidos por los griegos como heftalitas y por los indios como turushkas, arrebataron a los sasánidas gran parte del antiguo territorio kushán, incluyendo Afganistán. Al principio, los hunos blancos siguieron su propia religión, que se asemejaba al zoroastrismo; sin embargo, pronto se convirtieron en firmes seguidores del budismo. El peregrino chino han, Fa Xiang (Fa-hsien) viajó a través de su territorio entre los años 399 y 414 e.c. y dio constancia del florecimiento de numerosas escuelas hinayana.

Los turcos shahis eran un pueblo turquino descendiente de los kushán. Tras la caída de la dinastía kushán frente a los sasánidas, invadieron partes del antiguo imperio en el noroeste y norte de la India y las gobernaron hasta la fundación de la dinastía india gupta a comienzos del siglo IV, época en que huyeron a Nagarahara. Conquistaron parte de este lugar a los hunos blancos y, a mediados del siglo V, extendieron su dominio al valle de Kabul y a Kapisha. Así como hicieron los kushán y los hunos blancos antes que ellos, los turcos shahis respaldaron el budismo en Afganistán.

En el año 515, el rey huno blanco Mihirakula suprimió el budismo bajo la influencia de celosas facciones no budistas de su corte. Destruyó monasterios y asesinó a muchos monjes a lo largo del noroeste de la India, Gandhara y especialmente en Cachemira. La persecución fue menos grave en el área de Nagarahara que estaba bajo su control. Su hijo revirtió esta política y construyó nuevos monasterios en todas estas zonas.

Los turcos occidentales


Procedentes del norte de Turquestán occidental, los turcos occidentales invadieron la parte occidental de la Ruta de la Seda en el año 560 y se expandieron lentamente hacia Bactriana empujando a los turcos shahis al este de Nagarahara. Muchos líderes turcos occidentales adoptaron el budismo de la población local y en el año 590 construyeron un nuevo monasterio en Kapisha. En el año 622, el gobernante turco occidental Tongshihu Qaghan adoptó formalmente el budismo bajo la guía de Prabhakaramitra, un monje visitante del norte de la India.

El peregrino chino han Xuanzang (Hsüan-tsang) visitó a los turcos occidentales en torno al año 630 en su camino a la India. Dejó constancia de que el budismo estaba floreciendo en la zona bactriana de su imperio, especialmente en el monasterio de Nava Vihara en Balj. Mencionó a la universidad monástica no sólo por su erudición, sino también por sus hermosas estatuas del Buda decoradas con mantos de seda y decoradas con ornamentos de joyas, de acuerdo con la tradición zoroástrica local. En aquel tiempo, el monasterio tenía lazos estrechos con Khotán, un reino firmemente budista en Turquestán oriental, y enviaba muchos monjes allí para enseñar. Xuanzang también describió un monasterio cerca de Nava Vihara dedicado a la práctica de la avanzada meditación hinayana del vipáshana (pali: vipassana), la percepción excepcional de la impermanencia y de la ausencia de una identidad personal independiente.

Xuanzang encontró el budismo en peores condiciones en Nagarahara, bajo el control de los turcos shahis. Al igual que en el lado panyabí de Gandhara, esta zona parecía no haberse recuperado del todo de la persecución del rey Mihirakula más de cien años atrás. Aunque Nagara Vihara, con su reliquia del cráneo del Buda, era uno de los sitios de peregrinaje más sagrados del mundo budista, Xuanzang relataba que sus monjes se habían degenerado. Cobraban una moneda de oro a cada peregrino por ver la reliquia y no había centros de estudios en toda la región.

Además, aunque la escuela mahayana había avanzado hacia Afganistán desde Cachemira y la Gandhara panyabí en los siglos V y VI, Xuanzang sólo notó su presencia en Kapisha y en las regiones hindú kush al oeste de Nagarahara. La escuela sarvastivada continuó siendo la tradición budista predominante en Nagarahara y el norte de Bactriana.

El período omeya y la introducción del islam

Cinco años después de la muerte del profeta Mahoma, en el año 661 los árabes derrotaron a los persas sasánidas y en el año 661 fundaron el califato omeya que gobernó Irán y gran parte del Medio Oriente. En el año 663 atacaron Bactriana, que para esta época los turcos shahis habían arrebatado a los turcos occidentales. El ejército omeya invadió los alrededores de Balj, incluyendo el monasterio de Nava Vihara, obligando a los turcos shahis a retirarse al valle de Kabul.

Los árabes permitían que los habitantes no musulmanes de las zonas que conquistaban conservaran su religión si se sometían pacíficamente y pagaban un impuesto de capitación (ar. jizya). Aunque algunos budistas en Bactriana e incluso un abad de Nava Vihara se convirtieron al islam, la mayoría de los budistas de la región aceptaron este estatus de dhimmi como súbditos no musulmanes protegidos y leales dentro de un estado islámico. Nava Vihara permaneció abierto y en funcionamiento. El peregrino chino han Yijing (I-ching) visitó Nava Vihara en el año 680 y lo reportó floreciendo como un centro de estudio sarvastivada.

El autor persa omeya al-Kermani escribió un relato detallado de Nava Vihara a comienzos del siglo VIII, conservado por al-Hamadhani en el libro del siglo X Libro de Tierras (ar. Kitab al-Buldan). Lo describió en términos fácilmente comprensibles para los musulmanes usando una analogía con la Kaaba en La Meca, el sitio más sagrado del islam. Explicó que el templo principal tenía un cubo de piedra en el centro, cubierto con telas, y que los devotos lo circunvalaban y hacían postraciones, como es también el caso en la Kaaba. El cubo de piedra se refería a la plataforma sobre la que se erigía la estupa, como era tradición en los templos bactrianos. El tejido que lo envolvía seguía el modo iranio de mostrar veneración, aplicado del mismo modo a estatuas del Buda y a estupas. La descripción de al-Kermani muestra una actitud abierta y respetuosa de los árabes omeyas en su intento por comprender las religiones no musulmanas que encontraban en sus territorios recién conquistados.

La alianza tibetana

En el año 680, Husayn había dirigido una rebelión fallida en Irak contra los omeyas. Este conflicto había desviado el foco de atención árabe de Asia Central y había debilitado su control allí. Aprovechándose de la situación, los tibetanos formaron una alianza con los turcos shahis en el año 705 y juntos intentaron sin éxito expulsar de Bactriana a los ejércitos omeyas. Los tibetanos habían conocido el budismo de China y Nepal unos sesenta años antes, aunque en esta época todavía no tenían ningún monasterio. En el año 708, el príncipe turco shahi Nazaktar Khan logró expulsar a los omeyas y establecer un gobierno fanático budista en Bactriana, llegando incluso a decapitar al antiguo abad de Nava Vihara que se había convertido al islam.

En el año 715, el general árabe Qutaiba retomó Bactriana de los turcos shahis y sus aliados tibetanos. Como castigo a su insurrección infringió serios daños en Nava Vihara. Muchos monjes huyeron hacia el este a Khotán y Cachemira, estimulando el crecimiento del budismo especialmente en esta última. El Tíbet cambió de lado por conveniencia política y se alió con las fuerzas omeyas contra las que había estado luchando hasta entonces.

Nava Vihara se recuperó rápidamente y pronto estaba funcionando como antes, mostrando que el daño infligido por los musulmanes en los monasterios budistas no había sido motivado por cuestiones religiosas, ya que de no haber sido así no habrían permitido su reconstrucción. Los omeyas se limitaron a repetir con el budismo la política utilizada un siglo antes, cuando conquistaron las regiones Sind en el sur del actual Paquistán: destruyeron solamente monasterios en los que sospechaban que se albergaba oposición a su invasión, pero después permitieron que se reconstruyeran y que los otros monasterios prosperaran. Su principal objetivo era la explotación económica y por eso impusieron un impuesto de capitación a los budistas y un impuesto a los peregrinos que visitaban los lugares sagrados.

A pesar de la tendencia general de tolerancia religiosa de los califas omeyas anteriores, Umar II (gob. 717-720) decretó que todos los aliados de los omeyas debían adoptar el islam. Sin embargo, su adopción debía ser voluntaria y basada en el aprendizaje de sus principios. Con el fin de apaciguar a sus aliados, en el año 717 los tibetanos enviaron un embajador especial a la corte omeya para invitar a un maestro musulmán. El califa envió a al-Hanafi. El hecho de que este maestro no hubiera tenido éxito alguno en su cometido de ganar adeptos en el Tíbet demuestra que los omeyas no eran insistentes en su intento de difundir su religión. Más aún, la fría recepción que se dio a al-Hanafi se debió principalmente a la atmósfera xenofóbica extendida por la facción opositora a la corte tibetana.

Durante las décadas posteriores las alianzas políticas y militares cambiaron a menudo por las luchas entre árabes, chinos, tibetanos, turcos shahis y otras tribus turquinas por el control de Asia Central. Los turcos shahis retomaron Kapisha de manos de los omeyas y en el año 739 los tibetanos restablecieron su alianza con ellos mediante la visita del emperador tibetano a Kabul para la celebración de una alianza matrimonial entre turcos shahis y Khotán. Los omeyas siguieron controlando el norte de Bactriana.

Período abásida temprano

En el año 750, el califato omeya fue derrocado por una facción árabe que fundó la dinastía abásida. Ésta mantuvo el control sobre el norte de Bactriana y no sólo conservó una política que garantizaba el estatus dhimmi a los tibetanos, sino que además mostró gran interés por las culturas extranjeras, particularmente la de la India. En el año 762, el califa al-Mansur (gob. 754-775) encargó a arquitectos e ingenieros indios que diseñaran la nueva capital abásida, Bagdad; tomó su nombre del sánscrito Bhaga-dada que significa “regalo de Dios”. El califa también construyó la Casa de la Sabiduría (ar. Bayt al-Hikmat) que contaba con una oficina de traducción. También invitó a expertos de numerosas culturas y religiones para traducir textos al árabe, especialmente referentes a materias de lógica y ciencia.

Los primeros califas abásidas fueron mecenas de la escuela islámica Mu`tazila, que buscaba explicar los principios del Corán desde el punto de vista de la razón, poniendo énfasis en las enseñanzas de la antigua Grecia, aunque también prestó atención a las tradiciones sánscritas. Sin embargo, en la Casa de la Sabiduría no sólo fueron traducidos textos científicos, expertos budistas también tradujeron al árabe algunos sutras mahayana y hinayana sobre temas devocionales y éticos.

El siguiente califa, al-Mahdi (gob. 775 – 785) ordenó a las fuerzas abásidas en Sind que atacaran Saurashtra, al sureste. Frente a un demandante rival en Arabia que también había sido declarado Mahdi, el mesías islámico, la invasión formaba parte de una campaña del califa para consolidar su prestigio y supremacía como líder del mundo islámico. El ejército abásida destruyó los monasterios budistas y los templos jainas en Valabhi. Sin embargo, como sucediera con la conquista omeya de Sind, parece que sólo destruyeron los centros sospechosos de albergar a opositores de su gobierno. Incluso bajo el gobierno del califa al-Mahdi, los abásidas dejaron en paz los monasterios budistas en el resto del imperio, pues preferían explotarlos como fuentes de ingresos. Además, al-Mahdi continuó ampliando los trabajos de traducción de la Casa de la Sabiduría en Bagdad. No tenía el propósito de destruir la cultura india, sino de aprender de ella.

Yahya ibn Barmak, el nieto musulmán de uno de los jefes administrativos budistas (sct. pramukha, ar. barmak) del monasterio de Nava Vihara, fue el ministro del siguiente califa abásida (gob. 786 – 808). Bajo su consejo, el califa invitó a Bagdad a muchos más expertos y maestros procedentes de la India, especialmente budistas. Un catálogo de textos tanto musulmanes como no musulmanes elaborado en esa época, Kitab al-Fihrist, incluía una lista de obras budistas, entre ellas una versión en árabe del relato de las vidas previas del Buda: El libro del Buda (ar. Kitab al-Budd).

En esta época, el islam iba ganando terreno en Bactriana entre los terratenientes y las clases superiores cultas urbanas por el atractivo de su elevado nivel cultural y de aprendizaje. Para estudiar budismo uno tenía que entrar en un monasterio. Nava Vihara, aunque aún funcionaba en este período, tenía una capacidad limitada y exigía una amplia formación para poder entrar. Por otro lado, la cultura y los estudios islámicos superiores eran más fácilmente accesibles. El budismo conservó su fortaleza principalmente entre las clases campesinas de las zonas rurales, mayoritariamente en la forma de prácticas devocionales en lugares sagrados.

El hinduismo también estaba presente en la región. En su visita en el año 753, el peregrino chino han Wukong reportó templos budistas e hinduistas especialmente en el valle de Kabul. Como el budismo decayó entre las clases mercantiles, el hinduismo se fortaleció.

Rebelión contra los abásidas

Los primeros abásidas estaban asediados por rebeliones. El califa al-Rashid murió en el año 808 intentando apagar una de ellas en Samarcanda, la capital de Sogdiana. Antes de morir dividió su reino entre sus dos hijos. Al-M'amun, que había acompañado a su padre en la campaña en Sogdiana, recibió la mitad oriental incluyendo Bactriana. Al-Amin, el más poderoso de los dos hijos, recibió la mitad occidental, más prestigiosa, que incluía Bagdad y La Meca.

Con el fin de ganar apoyo popular para apoderarse de la mitad de al-Amin, al-Ma'mun distribuyó tierras y riquezas en Sogdiana. Entonces atacó a su hermano. Durante la guerra interna que siguió, los turcos shahis de Kabul, junto a sus aliados tibetanos, unieron fuerzas con los rebeldes antiabásidas en Sogdiana y Bactriana para aprovechar la situación e intentar derrocar el dominio abásida. Al-Fadl, ministro y general de al-Ma'mun, instó a su soberano a declarar la yihad, una guerra santa contra esta alianza con el fin de ensalzar aún más el prestigio del califa. Sólo gobernantes que conservan la fe pura pueden declarar la yihad para defender al islam contra aquellos que lo atacan.

Después de derrotar a su hermano, al-Ma'mun declaró la yihad. En el año 815 derrotó al soberano turco shahi, conocido como el Shah de Kabul, y lo forzó a convertirse al islam. Lo que más ofendía a las creencias de los musulmanes era la adoración de ídolos. Los cultos árabes paganos que precedieron a Mahoma adoraban ídolos y conservaban estatuas de ellos en el altar de la Kaaba en La Meca. Con la instauración del islam, el profeta las destruyó todas. Por ello, como prueba de su sumisión, al-Ma´mun obligó al Shah a enviar una estatua de oro del Buda a La Meca. Sin duda con propósitos propagandísticos para afianzar su legitimidad, al-Ma'mun conservó la estatua expuesta al público en la Kaaba durante dos años, con la leyenda de que Alá había guiado al rey del Tíbet al islam. Los árabes estaban confundiendo al rey del Tíbet con su vasallo, el shah turco de Kabul. En el año 817, los abásidas fundieron la estatua para acuñar monedas de oro.

Tras su éxito contra los turcos shahis, los abásidas atacaron la región de Gilgit controlada por los tibetanos (en la actualidad, norte de Paquistán) y en poco tiempo fue anexada. Tras la victoria enviaron un comandante tibetano a Bagdad con el fin de humillarlo.

Las dinastías tahirida, safárida e hindu-shahi

Por esta época, líderes militares locales de diversas partes del imperio abásida comenzaron a establecer estados islámicos autónomos cuya lealtad al califa de Bagdad era meramente nominal. La primera región en declarar su autonomía fue Bactriana del norte, en donde el general Tahir fundó la dinastía tahirida en el año 819.

Como los abásidas se retiraron de Kabul y Gilgit y centraron su atención en estos asuntos más acuciantes, los tibetanos y los turcos shahis recobraron antiguas propiedades. A pesar de las conversiones forzadas de los líderes de estas zonas, los abásidas no habían perseguido el budismo en ellas. De hecho, los árabes mantuvieron el comercio con los tibetanos a lo largo de todo este período.

El siguiente general islámico que declaró la autonomía fue al-Saffar. En el año 861, su sucesor estableció la dinastía safárida en el sureste de Irán. Tras lograr el control sobre el resto de Irán, los safáridas invadieron el valle de Kabul en el año 870. Ante una inminente derrota, el último soberano budista turco shahi fue derrocado por su ministro brahmán Kallar. Éste abandonó Kabul y Nagarahara en manos de los safáridas y estableció la dinastía hindú-shahi en la Gandhara panyabí.

Los safáridas fueron unos conquistadores especialmente vengativos. Saquearon los monasterios budistas del Valle de Kabul y Bamiyán y enviaron estatuas de “ídolos búdicos” al califa como trofeos de guerra. Esta dura ocupación militar fue el primer revés grave que el budismo sufrió en el área de Kabul. La derrota previa del Shah de Kabul y su conversión al islam en el año 815 sólo habían tenido repercusiones leves en la situación general del budismo en esta región.

Los safáridas continuaron su campaña de conquista y destrucción rumbo al norte, arrebatándole Bactriana a los tahiridas en el año 873. Sin embargo, los hindúes shahis retomaron Kabul y Naharagara en el año 879. Mantuvieron su política de condescendencia con el hinduismo y el budismo entre su gente y los monasterios budistas de Kabul pronto recobraron su riqueza pasada.

Las dinastías samánida, gaznávida y selyúcida

Ismail bin Ahmad, gobernador persa de Sogdiana, fue el siguiente en declarar la autonomía, fundando la dinastía samánida en el año 892. Conquistó Bactriana a los safáridas en el año 903. Los samánidas promovieron el regreso a la cultura iraní tradicional pero siguieron siendo tolerantes con el budismo. Por ejemplo, durante el reinado de Nasr II (gob. 913 – 942) aún se hacían y se vendían imágenes talladas del Buda en la capital samánida, Bujará, y no estaban prohibidas por ser “ídolos búdicos”.

Los samánidas esclavizaron a los miembros de las tribus turquinas en sus dominios y los alistaron en su ejército. Si los soldados se convertían al islam se les concedía una libertad nominal. Sin embargo, los samánidas tuvieron dificultades para controlar a estos hombres. En el año 962, Alptigin, un jefe militar turco que había adoptado el islam, se apoderó de Gazna (actual Gazni) al sur de Kabul. Allí, su sucesor Sabuktigin (gob. 976-997) fundó el imperio gaznávida en el año 976, como vasallo de los abásidas. En poco tiempo conquistó el valle de Kabul a los hindúes shahis haciéndolos huir de regreso a Gandhara.

El budismo había florecido en el valle de Kabul durante el gobierno hindú shahi. Asadi Tusi describe en su obra El nombre deGarshasp, escrita en el año 1048, la opulencia de su principal monasterio, Subahar (Su Vihara), cuando los gaznávidas invadieron Kabul. No parece que los gaznávidas los hubieran destruido.

El siguiente gobernante gaznávida, Mahmud de Ghazni (gob. 998-1030) derrocó a los samánidas en el año 999 con la ayuda de los soldados esclavos turcos del ejército samánida. El imperio gaznávida ahora incluía Bactriana y el sur de Sogdiana. Mahmud Ghazni también conquistó gran parte de Irán y mantuvo la política samánida de la promoción de la cultura persa y la tolerancia hacia religiones no musulmanas. El experto y escritor persa al servicio de la corte, al-Biruni, da noticia de que con la llegada del milenio los monasterios budistas de Bactriana, incluido el Nava Vihara, aún estaban en funcionamiento.

Sin embargo, Mahmud de Ghazni era intolerante con toda secta islámica que no fuera la ortodoxa suní, de la que él era seguidor. Sus ataques a Multan en Sind del norte, primero en el año 1005 y nuevamente en el año 1010, fueron campañas contra la secta ismaelita del islam chiíta apoyada por el estado y también favorecida por los samánidas. La dinastía ismaelita fatimita (910 – 1171), centrada en Egipto desde el año 969, fue la principal rival de los abásidas suníes por la supremacía del mundo islámico. Mahmud también estaba decidido a terminar el derrocamiento de los hindúes shahis que su padre había comenzado. Por esto atacó y expulsó a los hindúes shahis de Gandhara y de allí siguió avanzando para tomar Multan.

En los años que siguieron, Mahmud expandió su imperio conquistando regiones en dirección hacia el este hasta Agra, al norte de la India. En su camino, el saqueo y destrucción de los ricos monasterios hinduistas y budistas eran parte de su táctica de invasión. Como en la mayoría de las guerras, las fuerzas invasoras causan a menudo tanta destrucción como les es posible con el fin de convencer a la población local de rendirse, especialmente cuando ofrecen resistencia. Durante sus campañas en el subcontinente indio, Mahmud Ghazni no tocó los monasterios en Kabul y Bactriana que estaban bajo su mando.

En el año 1040, los turcos selyúcidas, vasallos de los gaznávidas en Sogdiana, se rebelaron y establecieron la dinastía selyúcida. Pronto arrancaron Bactriana y casi todo Irán a los gaznávidas, quienes se retiraron al valle de Kabul. El imperio selyúcida se extendió con el tiempo a Bagdad, Turquía y Palestina. Los selyúcidas eran los “infames infieles” contra los que el Papa Urbano II declaró la Primera Cruzada en el año 1096.

Los selyúcidas eran pragmáticos en su gobierno. Establecieron centros de estudios islámicos (madrasah) en Bagdad y Asia Central para educar a una burocracia civil que administrara las diversas secciones de su imperio. Toleraban en sus territorios la presencia de religiones no islámicas como el budismo. De este modo, al-Shahrastani (1076 – 1153) publicó en Bagdad su Kitab al-Milal wa Nihal, un texto en árabe sobre religiones y sectas no musulmanas. Contenía una descripción escueta de los principios del budismo y repetía el relato de primera mano realizado un siglo antes por al-Biruni de que los indios aceptaban al Buda como un profeta.

Las abundantes referencias al budismo en la literatura persa de la época proveen evidencias sobre el contacto cultural entre el islam y el budismo. Por ejemplo, la poesía persa empleaba a menudo el símil sobre palacios que eran “tan hermosos como Nowbahar (Nova Vihara)”. Además, en Nava Vihara y Bamiyán, las imágenes del Buda, y en especial la de Maitreya, el buda futuro, tenían discos lunares detrás de sus cabezas. Esto llevó a la representación de la belleza pura como alguien que tiene “la cara de luna de un Buda”. Así, los poemas persas del siglo XI como Varqe y Golshah de Ayyuqi emplean la palabra bot, en la que “buda” aparece con una connotación positiva y sin su sentido despectivo de “ídolo”. Esto implica el ideal de belleza asexual tanto en hombres como en mujeres. Tales referencias indican que tanto los monasterios como las imágenes budistas estaban presentes en aquellas zonas culturales iraníes por lo menos a lo largo del período mongol temprano en el siglo XIII, o al menos que un fuerte legado budista permaneció por siglos entre los budistas convertidos al islam.

Las dinastías qaraqitan y gúrida

En el año 1141, los qaraqitan, un pueblo de lengua mongólica que gobernaba Turquestán del Este y el norte de Turquestán Oriental, derrotó a los selyúcidas en Samarcanda. Su gobernante, Yelu Dashi, anexó Sogdiana y Bactriana a su imperio. Los gaznávidas aún controlaban el área hacia el este del valle de Kabul. Los qaraqitan eran seguidores de una mezcla de budismo, daoísmo (taoísmo), confucionismo y chamanismo. Yelu Dashi era, a pesar de todo, extremadamente tolerante y protegió todas las religiones de su territorio, incluyendo al islam.

En el año 1148, Ala-ud-Din de los turcos nómadas guzz de las montañas del centro de Afganistán, conquistó Bactriana a los qaraqitan y estableció la dinastía gúrida. En el año 1161 arrebató Gazni y Kabul a los gaznávidas. Nombró a su hermano Muhammad Ghori como gobernador de Gazni en el año 1173 y lo animó a asaltar el subcontinente indio.

Al igual que hiciera Mahmud Ghazni antes que él, Muhammad Ghori tomó primero el reino ismaelita de Multán en el norte de Sind, que había recobrado su independencia del control gaznávida. Después procedió a conquistar toda la región panyabí de Paquistán y el norte de la India, y después de esto la llanura indo-gangética hasta las actuales Bihar y Bengala occidental. Durante esta campaña saqueó y destruyó muchos de los grandes monasterios budistas, incluyendo Vikramashila y Odantapuri en el año 1200. El rey sena local los había transformado en guarniciones militares en un intento de impedir la invasión.

Los líderes gúridas podrían haber intentado estimular en sus tropas el fervor en la batalla mediante el adoctrinamiento religioso, del mismo modo que cualquier nación hace con propaganda política o patriótica. Su principal objetivo era, sin embargo, como el de la mayoría de los conquistadores, ganar territorio, riqueza y poder. De este modo, los gúridas destruyeron sólo los monasterios que se encontraban en su camino durante la invasión. Los monasterios de Nalanda y Bodhgaya, por ejemplo, estaban situados fuera de la ruta principal. Así, cuando el traductor Chag Lotsawa los visitó en el año 1235, los encontró dañados y saqueados pero todavía en funcionamiento con un reducido número de monjes. El monasterio de Jagaddala en el norte de Bengala estaba intacto y floreciente.

Además, los gúridas no buscaban conquistar Cachemira y convertir al islam a los budistas locales. Cachemira estaba empobrecida en aquella época y los monasterios tenían poca o ninguna riqueza que saquear. Además, los gúridas no pagaban a sus generales o a sus gobernadores y tampoco les proporcionaban provisiones sino que, por el contrario, esperaban que abastecieran a sus tropas y a sí mismos mediante tomas in situ. Si los gobernadores forzaban a la gente bajo su jurisdicción a convertirse al islam no podrían explotar a gran parte de la población con impuestos adicionales. Así, como en Afganistán, los gúridas conservaron la costumbre tradicional de garantizar el estatus de dhimmi a los no musulmanes en India, exigiendo el impuesto de capitación jizya.

El período mongol

En el año 1215, Gengis Kan, el fundador del imperio mongol, conquistó Afganistán a los gúridas. Como hiciera en todas partes, Gengis destruyó a todos aquellos que se opusieron a su invasión y devastó sus tierras. No está claro en qué estado se encontraban en esta época los vestigios del budismo aún presentes en Afganistán. Gengis era tolerante con todas las religiones siempre y cuando sus líderes oraran por larga vida y éxito militar para él. Por ejemplo, en el año 1219 hizo traer de China a Afganistán a un reconocido maestro taoísta para que realizara ceremonias por su larga vida y para que le preparara el elixir de la inmortalidad.

Tras la muerte de Gengis en el año 1127 y la división de su imperio entre sus herederos, su hijo Chagatai heredó el gobierno de Sogdiana y Afganistán y estableció el kanato de Chagatai. En el año 1258, Hulego, nieto de Gengis, conquistó Irán y derrocó al califato abásida en Bagdad, estableció el ilkanato y pronto invitó a su corte en el noroeste de Irán a monjes budistas procedentes del Tíbet, Cachemira y Ladakh. El ilkanato era más poderoso que el kanato chagatai y al principio dominaba a sus primos. Dado que los monjes budistas tenían que atravesar Afganistán en su camino a Irán, recibieron sin duda apoyo oficial en su camino.

De acuerdo con algunos eruditos, los monjes tibetanos que fueron a Irán eran probablemente de la escuela drikung kagyu (drikung) y los motivos de Hulegu para invitarlos podrían haber sido políticos. En el año 1260, su primo Kubilai (Kublai) Kan, gobernante mongol del norte de China, se declaró a sí mismo Gran Kan de todos los mongoles. Kubilai apoyó a la tradición sakya del budismo tibetano y concedió a sus líderes la soberanía nominal del Tíbet. Anteriormente, los líderes de la escuela drigung kagyu habían tenido influencia política en el Tíbet. El principal rival de Kubilai era otro primo suyo, Qaidu, que gobernó Turquestán del Este y apoyaba el linaje drikung kagyu. Hulegu podría haber estado deseando aliarse con Qaidu en su lucha por el poder.

Algunos especulan que la razón de la conversión al budismo tibetano de Kubilai y Qaidu era el deseo de ganar el apoyo sobrenatural de Mahakala, el protector budista practicado por las tradiciones sakya y kagyu. Mahakala había sido el protector de los tangut que habían gobernado el territorio entre el Tíbet y Mongolia. Después de todo, su abuelo Gengis Kan había muerto en batalla contra los tangut, los cuales debían haber recibido algún tipo de ayuda sobrenatural. Es poco probable que los líderes mongoles, incluyendo a Hulegu, escogieran el budismo tibetano por sus profundas enseñanzas filosóficas.

Tras la muerte de Hulegu en el año 1266, el kanato de Chagatai se hizo más independiente de los ilkanes y estableció una alianza directa con Qaidu en su enfrentamiento contra Kubilai Kan. Mientras tanto, la línea de los sucesores de Hulegu alternó su apoyo al budismo tibetano y al islam, aparentemente también por conveniencia política. Abaqa, hijo de Hulegu, continuó el apoyo de su padre al budismo tibetano. Sin embargo, el hermano de Abaqa, Tekuder, que sucedió a Hulegu en el año 1282, se convirtió al islam para lograr el apoyo local cuando invadió y conquistó Egipto. El hijo de Abaqa, Arghun, derrotó a su tío y se erigió como ilkán en el año 1284. Arghun hizo del budismo la religión de estado en Irán y fundó numerosos monasterios allí. Cuando Arghun murió su hermano Gaikhatu le sucedió como ilkán. Los monjes tibetanos habían dado a Gaikhatu el nombre tibetano de Rinchen Dorje, pero era un borracho degenerado y difícilmente representaba un motivo de orgullo para la fe budista. Introdujo el papel moneda de Irán a China, lo que causó un desastre económico.

Gaikhatu murió en el año 1295, un año después de la muerte de Kubilai Kan. El hijo de Arghun, Ghazan, le sucedió en el trono. Restituyó el islam como religión oficial en el ilkanato y destruyó los nuevos monasterios budistas. Algunos expertos afirman que la inversión que Ghazan hizo de la política religiosa de su padre tenía el fin de distanciarle de las reformas y creencias de su tío y afirmar su independencia frente a la China mongola.

A pesar de su orden de destruir los monasterios budistas, no parece que Ghazan Kan deseara destruir todo lo asociado con el budismo. Por ejemplo, encargó a Rashid al-Din escribir la Historia Universal (ar. Jami’ al-Tawarikh), con versiones tanto en persa como en árabe. En la sección de historia de las culturas de los pueblos conquistados por los mongoles, Rashid al-Din incluyó La vida y enseñanzas del Buda. Para ayudar al historiador en su investigación, Ghazan Kan invitó a su corte a Bakshi Kamalashri, un monje budista procedente de Cachemira. Como el anterior trabajo de al-Kermani, el de Rashid presentaba el budismo de tal modo que un musulmán pudiera comprenderlo fácilmente como, por ejemplo, llamando profeta al Buda, ángeles a los dioses deva y presentando a Mara como el diablo.

Rashid al-Din mencionó que en su época circulaban por Irán once textos budistas traducidos al árabe. Estos incluían textos mahayana como Elsutra del arreglo de la tierra pura del gozo (sct. Sukhavativyuha Sutra, sobre la tierra pura de Amitaba), El Sutra del arreglo como una canasta tejida (sct. Karandavyuha Sutra, sobre Avalokiteshvara, la representación de la compasión) y Una exposición sobre Maitreya (sct. Maitreyavyakarana, sobre Maitreya, el Buda futuro y representación del amor). Estos textos se encontraban sin lugar a dudas entre los que fueron traducidos bajo el mecenazgo de los califas abásidas en la Casa de la Sabiduría en Bagdad a comienzos del siglo VIII.

Rashid al-Din finalizó su historia en el año 1305 durante el reinado del sucesor de Ghazan, Öljeitü. Sin embargo, parece ser que aún había monjes budistas en Irán, al menos hasta la muerte de Öljeitü en el año 1316, dado que los monjes intentaron sin éxito convertir al gobernante mongol al budismo. Así, por lo menos hasta entonces, los monjes budistas atravesaban Afganistán en ambas direcciones y parecen haber sido bien recibidos en la corte de Chagatai.

En el año 1321, el imperio chagatai se dividió en dos. El kanato chagatai occidental incluía Sogdiana y Afganistán. Desde el principio sus kanes se convirtieron al islam. El ilkanato en Irán se fragmentó y se desintegró en el año 1336. Después de esto no hay indicaciones sobre la presencia continua del budismo en Afganistán, y así se ha mantenido la situación durante casi novecientos años. Sin embargo, el conocimiento del budismo no murió. Timur (Tamerlán) conquistó el kanato chagatai occidental en 1364 y los pequeños estados sucesores del ilkanato en 1385. El hijo y sucesor de Timur, Shahruj, encargó al historiador Hafiy-i Abru escribir en persa Una colección de historias (ar. Majma’ al-Tawarikh). Finalizada en el año 1425 en Herat, la capital afgana de Shahruj, esta historia contiene un relato del budismo utilizando como modelo la realizada por Rashid al-Din un siglo antes.

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