6 Combinar la calidez con el entendimiento

La necesidad de desarrollar conjuntamente la calidez y el entendimiento

Alcanzar la iluminación requiere que ampliemos y fortalezcamos nuestros entramados innatos de fuerza positiva y conciencia profunda, hasta que se conviertan en entramados de formas iluminadoras y de conciencia profunda plenamente amorosa que lo abarque todo y a todos. Así como los dos entramados iluminadores resultantes se combinan para constituir a un ser iluminado holístico, de forma similar nuestros entramados innatos de potencial y conciencia se interconectan, reforzándose el uno al otro. Por lo tanto, en armonía con esta estructura, necesitamos desarrollar nuestros dos entramados básicos de forma conjunta, mientras nos desarrollamos en el nivel del camino. La analogía frecuente es que coordinar y conjuntar ambos entramados básicos es como emplear las dos alas que se requieren para volar.

La combinación de calidez y entendimiento también es necesaria para lograr una sensibilidad equilibrada. Supongamos que sólo tenemos sentimientos cálidos y amorosos hacia los demás pero carecemos del entendimiento de su situación. En tal caso podríamos dejarnos arrastrar por las emociones y actuar de manera poco sabia. A menudo sobreactuamos cuando somos exageradamente emocionales. Por otro lado, si solamente entendemos la situación pero carecemos de calidez, podemos responder de manera insensible hacia los demás.

Cada uno de nosotros cuenta con un nivel básico, tanto de calidez como de entendimiento. Cuando los desarrollamos conjuntamente, podemos brindar una ayuda más equilibrada y sensible a los demás y a nosotros mismos. Examinemos cinco puntos que nos ayudan a unir los dos factores.

Tomar a los demás en serio

Los demás son reales. Las personas que nos encontramos no son personajes ficticios de una película o caras anónimas de un reportaje en el noticiario. Podemos estar bien informados sobre los problemas que otros enfrentan, sin embargo, las estadísticas no son de mucha utilidad si no tomamos en serio su situación. Necesitamos interesarnos a un nivel humano.

Por ejemplo, supongamos que estamos acostados en una cama de hospital, esperando ser operados. La mayoría de nosotros estaríamos asustados y preocupados de la posibilidad de no sobrevivir. Supongamos que llega la enfermera a prepararnos para la cirugía. Aunque no deseamos que nos tengan lástima, definitivamente apreciaríamos que nos trataran con calidez y comprensión. Conocer todos los detalles técnicos para prepararnos físicamente no es suficiente. Somos personas reales, abrumadas por el miedo y queremos que la enfermera nos tome en serio.

Si esto es cierto en nuestro caso, también lo es en el de los demás, pues todos merecen ser tomados en serio. Además, tomar en serio a los demás les ayuda a tomarse en serio a sí mismos. Esto fortalece su confianza en sí mismos y, por lo tanto, los ayuda a superar su baja autoestima.

No tener miedo a responder

Nuestras acciones no determinan el resultado de cada evento, ni este resultado está predeterminado. Si así fuera, no tendría sentido responder a las necesidades de nadie, ni ofrecer ayuda ni hacer nada en absoluto, pues los éxitos o fracasos de los demás estarían ya predestinados. De acuerdo con el entendimiento budista, lo que pasa surge en dependencia de muchos factores, siguiendo las leyes de causa y efecto.

Los factores principales que afectan lo que les sucede a las personas son sus potenciales kármicos. Podemos meramente tratar de ofrecer circunstancias para que sus potenciales positivos maduren y tratar de no proveer las condiciones para que emerjan los potenciales negativos. Sin embargo, si los demás no poseen suficientes causas para la felicidad por su historia personal, nuestros mejores esfuerzos no pueden tener éxito. De manera similar, si los demás no poseen las causas para la tragedia, nuestros peores errores no los pueden arruinar. De cualquier manera, somos responsables de nuestras acciones y necesitamos actuar con sensatez. Al proveer o evitar las circunstancias, contribuimos con lo que ocurre; sin embargo, no somos la única causa de las circunstancias.

Por lo tanto, el temor a responder a las necesidades de los demás o a las propias es inadecuado. Aunque cometamos un error, por lo menos lo habremos intentado. No nos sentimos abatidos ni culpables cuando nuestra ayuda falla, y tampoco tomamos todo el crédito de manera arrogante cuando otros tienen éxito por nuestro apoyo. Sólo podemos tratar de ser útiles con la mayor cantidad de calidez y entendimiento que nos sea posible.

Por ejemplo, supongamos que tenemos una hija pequeña o que estamos visitando a alguien que la tiene, y estamos tratando de enseñarle a caminar pero la pequeña inevitablemente se cae. Si se tambalea y comienza a llorar, ¿somos culpables? ¿Es nuestro error? ¿Ya no intentamos enseñarle a caminar? Obviamente el éxito de la niña depende primordialmente del desarrollo de su fuerza, su equilibrio y su autoconfianza. Nosotros meramente proveemos las circunstancias para que estos potenciales maduren.

Así que no tendríamos miedo de responder a los pasos vacilantes de la niña mientras la enseñamos a caminar. Lo haríamos naturalmente con gusto sin tomar la absoluta responsabilidad de su éxito o su fracaso. Sin embargo, también actuaríamos responsablemente, llevando a la niña de la mano al principio y manteniéndonos cerca para detenerla o, por lo menos, consolarla cuando la pequeña se tambalee y caiga.

Tomar toda la información

Necesitamos tomar la información completa acerca de una situación antes de responder, aún cuando tengamos una gran preocupación. Si lo hacemos sin juicios ni comentarios mentales, evitamos reaccionar de forma exagerada o responder a algo que meramente hemos inventado. Por ejemplo, supongamos que oímos gritar a nuestro hijo pequeño y, cuando salimos apresuradamente a ver qué ocurre, vemos su brazo muy lastimado. En lugar de responder con pánico, pensando que se ha fracturado el brazo, primero necesitamos mantener la calma y consolar al niño. Sin llegar a conclusiones precipitadas, necesitamos preguntar y mirar cuidadosamente para valorar el daño.

Otras situaciones de la vida requieren el mismo acercamiento. Por ejemplo, cuando un amigo nos platica sus problemas por teléfono, necesitamos escuchar con una mente silenciosa y un corazón abierto. Necesitamos permitir que nuestro amigo termine su relato antes de ofrecer un consejo.

Actuar con presteza

No es suficiente recostarnos y analizar fríamente cómo solucionar los problemas de los demás. Por supuesto que necesitamos decidir qué hacer. Sin embargo, una vez que lo sabemos, necesitamos actuar prestamente, con sensibilidad ante la emergencia que el otro experimenta. Supongamos que vemos a alguien batallando con unos paquetes que están a punto de caerse. Hacer comentarios sobre lo mucho que compró esa persona o preguntar a qué tienda fue, es claramente absurdo. Necesitamos entender la situación y responder inmediatamente, con consideración y amabilidad.

Evitar ofrecer ayuda indeseada o innecesaria

Podemos ayudar a los demás con calidez y amabilidad. Pero si nuestra motivación oculta es obtener un sentimiento de valía personal, ser necesitados o sentirnos más seguros al tomar control de las cosas, los estamos explotando. Entender este punto nos permite tener la sensibilidad de refrenarnos cuando la ayuda más apropiada es dejar que las personas manejen la situación por sí mismas. De esta manera, evitamos el resentimiento o el rechazo de otros debido a nuestra insistencia. También nos ayuda a evitar las respuestas hipersensibles de sentirnos no apreciados, no necesitados, no queridos o indignos cuando otros se rehúsan a recibir nuestra ayuda.

Por ejemplo, supongamos que tenemos una hija de dos años. Darle de comer con una cuchara cuando era más pequeña nos hizo sentir bien, nos sentíamos necesitados y útiles. Sin embargo, en cierto momento necesitamos dejar de hacerlo y permitir que se alimente sola. Insistir en tratarla como a un bebé, aunque sea con muestras efusivas de afecto, es explotación. No ayuda a nuestra hija y tampoco a nosotros.

Ejercicio 6: Cinco decisiones para combinar calidez y comprensión

Las decisiones son más eficaces cuando están basadas en la razón. Las decisiones tomadas por capricho o por la fuerza en general no son sentidas sinceramente y, como consecuencia, no duran mucho. Nos puede ser útil adoptar un procedimiento de la lógica budista para llegar a una conclusión. Muchas meditaciones lo usan para igualar e intercambiar nuestras actitudes hacia nosotros mismos y hacia los demás. Como en la aproximación racional que utilizamos en el Ejercicio 2 para generar un interés considerado, llegamos a una conclusión o tomamos una decisión trayendo a la mente una razón y un ejemplo. Después de haber pensado conscientemente en una línea de razonamiento y tras haber llegado a nuestra conclusión, reafirmamos nuestro propósito expresando en voz alta nuestra decisión, y luego suspendemos cualquier pensamiento verbal. Simplemente vemos a la persona mientras mantenemos activamente la decisión en nuestra mente. Al mantenernos enfocados en la persona, permitimos que nuestra decisión se asiente en nosotros y nos concentramos en sentir la combinación de calidez y comprensión hacia ella.

Comenzamos la primera fase del ejercicio escogiendo a un miembro cercano de la familia hacia quien tengamos sentimientos positivos. Si no contamos con una persona así en nuestra familia podemos escoger a un amigo cercano Al mirar la foto o simplemente pensando en la persona, procedemos de la siguiente manera:

(1) Tratamos de recordar un incidente en el que alguien no nos haya tomado en serio. Por ejemplo, nuestra madre nos insistió para que comiéramos una segunda porción cuando ya le habíamos dicho que estábamos satisfechos. En un nivel más doloroso, nuestro compañero ni siquiera trató de cambiar su comportamiento cuando le dijimos que nos contrariaba. Al tratar de recordar cómo nos sentimos, dirigimos nuestra atención hacia el familiar cercano que hemos escogido para el ejercicio. Decidimos conscientemente: “Te voy a tomar en serio porque tú, tus palabras y tus sentimientos son reales, como en mi caso cuando dije que estaba satisfecho o contrariado”. Para confirmar nuestra decisión, repetimos después del facilitador del grupo o decimos en voz alta para nosotros mismos: “Te voy a tomar en serio”. Dado que estas líneas y las subsecuentes pueden resultar difíciles de recordar, podemos leerlas de un texto frente a nosotros o de un cartel dispuesto en nuestro cuarto de práctica.

(2) A continuación tratamos de recordar una ocasión en la que alguien haya tenido miedo de responder a nuestras necesidades. Por ejemplo, estábamos contrariados y a nuestro propio hermano o amigo le daba miedo tranquilizarnos. Aunque no esperábamos que resolviera todos nuestros problemas, hubiéramos apreciado algún tipo de respuesta cálida y sensible. Al dirigir la atención a nuestro familiar decidimos conscientemente: “No tendré miedo de responderte si me necesitas. Aunque pueda contribuir a tu éxito o fracaso, no soy la única fuente que afecta tu situación, como sucedió con mi hermano o amigo, de quien necesité consuelo”. Repetimos en voz alta: “No tendré miedo de responder si me necesitas”.

(3) A continuación tratamos de traer a nuestra mente un incidente en el que alguien no haya tomado toda la información sobre nuestra situación o nuestros sentimientos, y se haya precipitado a elaborar conclusiones falsas. Por ejemplo, nuestra madre nos pidió que compráramos algunas cosas camino a casa. Teníamos toda la intención de hacerlo, pero tuvimos que quedarnos hasta tarde en el trabajo a terminar unos asuntos urgentes. Cuando llegamos a la tienda, ésta ya había cerrado. Al vernos entrar con las manos vacías, nuestra madre se puso furiosa y comenzó a gritarnos lo irresponsables que somos. Recordamos lo enfadoso que fue calmar a nuestra mamá y asegurarle que habíamos hecho lo mejor que pudimos. Las circunstancias estaban fuera de control. Entonces nos enfocamos en el miembro de la familia de nuestro ejercicio y conscientemente decidimos: “Tomaré toda la información sobre la situación antes de sacar conclusiones precipitadas. Haré esto porque deseo evitar una reacción exagerada o responder a algo que meramente he inventado, como cuando mi mamá se imaginó que había olvidado su encargo”. Repetimos en voz alta: “Tomaré toda la información sobre la situación antes de sacar conclusiones precipitadas”.

Una variante importante concierne especialmente a las interacciones con aquellos más cercanos a nosotros. Por ejemplo, podemos recordar haber criticado algo que haya dicho o hecho nuestra pareja. Al perder de vista todas las otras facetas de nuestra historia juntos, nuestra pareja concluyó inmediatamente que ya no la amábamos, se deprimió completamente o se volvió extremadamente hostil. Tras recordar el esfuerzo que nos tomó asegurarle nuestro amor a nuestro compañero, le hacemos a nuestro familiar una promesa adicional: “Tendré en cuenta el amplio contexto de nuestra relación para no sacar una falsa conclusión precipitada a partir de un pequeño incidente, como lo hizo mi pareja cuando critiqué su comportamiento”. Repetimos en voz alta: “Tendré en cuenta el amplio contexto de nuestra relación para no sacar una falsa conclusión precipitada a partir de un pequeño incidente”.

(4) Luego, tratamos de recordar una vez en la que alguien no actuó con presteza cuando necesitamos su ayuda. Por ejemplo, un miembro de la familia se ofreció a llevarnos en su coche al aeropuerto para que no tuviéramos que dejar ahí el nuestro durante nuestras vacaciones. Sin embargo, él o ella llegó tan tarde que perdimos nuestro avión. Regresamos al familiar de nuestro ejercicio y concluimos: “Una vez que decida hacer algo por ti, actuaré con presteza. Haré esto porque tú experimentas tu problema como algo urgente, como cuando yo necesitaba tomar el avión”. Para confirmar nuestra decisión, repetimos: “Una vez que haya decidido hacer algo por ti, actuaré con presteza”.

(5) Finalmente, tratamos de recordar una ocasión en la que alguien haya ofrecido su ayuda, opinión o consejo sin que lo hayamos pedido o necesitado. Por ejemplo, estamos picando verduras y nuestra mamá corrige la manera en que lo hacemos. ¿Qué estaba tratando ella de probar? Nos enfocamos en el miembro de nuestra familia y decidimos conscientemente: “Evitaré ofrecer mi ayuda, mi opinión o mi consejo cuando sea indeseado o innecesario. Lo haré porque no deseo explotarte para obtener el sentimiento de valía personal o de ser necesitado, o para sentirme más seguro por tomar el control de las cosas, como mi mamá cuando no pudo resistirse a corregir mi manera de picar las verduras”. Entonces, repetimos en voz alta: “Evitaré ofrecer mi ayuda, opinión o consejo cuando sea indeseado o innecesario”.

Si queremos practicar más detalladamente, podemos extendernos como en el ejercicio previo de abstenernos de cometer acciones destructivas. Después de recordar un incidente en el que alguien haya actuado hacia nosotros en cada una de las cinco maneras insensibles, recordamos una ocasión en la que nosotros actuamos de manera similar hacia otro. Admitimos que fue un error, nos arrepentimos y reafirmamos nuestra determinación de liberarnos del síndrome. Después, prometemos a la persona involucrada que haremos nuestro mejor esfuerzo para no repetir ese comportamiento.

A continuación, tomamos las mismas cinco decisiones mientras miramos la fotografía de alguien que no conocemos que hayamos tomado de una revista. Como los ejemplos de las partes anteriores del ejercicio pueden ser inapropiados para personas anónimas, podemos usar los ejemplos más generales de la discusión anterior. Decidimos, una por una:

  • “Te voy a tomar en serio, como cuando preparan a un paciente para una operación”.
  • “No tendré miedo de responderte si me necesitas, como cuando se le enseña a caminar a un bebé”.
  • “Tomaré toda la información acerca de ti y no sacaré conclusiones precipitadas, como al examinar a un niño con el brazo herido”.
  • “Una vez que haya decidido hacer algo por ti actuaré con presteza, como cuando vemos que una persona está a punto de tirar un paquete pesado”.
  • “Evitaré ofrecer ayuda indeseada o innecesaria, como cuando se insiste en darle de comer en la boca a un niño de dos años”.

Con cada decisión repetimos la misma línea que antes, dejamos que la decisión penetre en nosotros y después nos enfocamos en sentir la combinación de calidez y entendimiento hacia la persona. Finalmente, repetimos el procedimiento usado con el desconocido mientras miramos la fotografía, o simplemente pensamos en alguien con quien tengamos una relación difícil.

La segunda fase de la práctica comienza con el grupo sentado en círculo. Dirigimos las decisiones hacia cada persona, una por una. Para abreviar el procedimiento, sólo repetimos en voz alta las mismas frases clave que usamos con la persona anónima y con las personas que nos presentan un reto emocional. Dejamos que la decisión penetre en nosotros y luego nos enfocamos en sentir la combinación de calidez y entendimiento hacia la persona.

Sentados con un compañero, primero uno de los dos repite para sí mismo las cinco frases clave usadas en el círculo, mientras se concentra en la decisión. Después la persona repite la frase en voz alta como una promesa para el otro, mientras se enfoca en sentir la combinación de calidez y entendimiento. Luego, la persona que habló se concentra en sentir que el otro acepta y confía en la promesa que le acaba de hacer. Durante este procedimiento, el que escucha se enfoca en sentir, aceptar y confiar en la calidez y entendimiento del que habla. Luego, los compañeros intercambian roles. Como paso final, los compañeros se alternan para decir cada una de las cinco frases clave: primero uno y luego el otro hacen la promesa, con ambas personas enfocadas en la generación y aceptación mutua de la combinación de calidez y entendimiento.

Comenzamos la tercera fase mirándonos en un espejo y dirigiendo hacia nosotros mismos los cinco sentimientos de calidez y entendimiento combinados. Seguimos el mismo procedimiento que con un compañero, pero sustituimos las frases clave:

  • “Voy a tomarme en serio”.
  • “No tendré miedo de responder a lo que veo o siento en mí mismo, si es necesario”.
  • “Voy a considerar todos los hechos de mi situación, sin llegar a conclusiones precipitadas”.
  • “Una vez que haya decidido hacer algo acerca de mi situación, actuaré con presteza”.
  • “Evitaré presionarme para hacer algo innecesario”.

Después repetimos el procedimiento sin espejo.

Como paso final, miramos una serie de fotografías de nosotros mismos de diferentes etapas de nuestra vida. Tratamos de ver cada fotografía como si nos revelara a una persona real y tratamos de tomar en serio a cada una de ellas. Tratamos de no tener miedo de relacionarnos con nuestros sentimientos hacia quienes éramos en ese entonces. Sin insistir en una impresión fija basada en nuestra memoria selectiva, tratamos de considerar todos los hechos sobre ese período. Si nuestra actitud hacia nosotros mismos en ese momento es poco sana y nos causa dolor o emociones bloqueadas, nos decidimos a actuar con presteza para cambiar esa actitud. Finalmente, tratamos de no quedarnos atorados en lo imposible, obsesionándonos morbosamente con el deseo de haber actuado de manera diferente. El pasado ya pasó, no podemos hacer nada para cambiar lo sucedido. Lo único que podemos hacer es aceptarlo con entendimiento, calidez, perdón y aprender de nuestros errores.

Para afirmar nuestras decisiones, repetimos en voz alta las frases clave:

  • “Voy a tomar en serio a quien yo era en ese entonces”.
  • “No tendré miedo de lidiar con lo que siento por quien yo era en ese entonces, si es necesario”.
  • “Voy a considerar todos los hechos sobre la que era mi situación en ese momento, sin sacar conclusiones precipitadas”.
  • “Una vez que tome la decisión de hacer algo, actuaré con presteza para atender mis sentimientos sin resolver”.
  • “No me quedaré atorado en lo imposible, sino que perdonaré”.

Después de dejar que cada decisión penetre en nosotros, nos enfocamos en sentir calidez y entendimiento hacia quienes éramos en ese entonces.

Esquema de ejercicio 6: Combinar la calidez con la comprensión

I. Mientras te enfocas en alguien que no está presente

1. Mientras te enfocas en una fotografía o en una imagen mental de un familiar cercano hacia quien tienes sentimientos positivos o, si no cuentas con una persona así en tu familia, mientras te enfocas en la fotografía o en la imagen mental de un amigo cercano.

  • Recuerda alguna ocasión en la tu pareja no te tomó en serio cuando le dijiste que su comportamiento era molesto.
    • Al recordar cómo te sentiste, enfócate en tu familiar cercano y decide conscientemente: “Te voy a tomar en serio porque tú, tus palabras y tus sentimientos son reales, como en mi caso cuando dije que estaba satisfecho o contrariado”.
    • Afirma tu decisión, repitiendo después del facilitador del grupo o diciendo tú mismo en voz alta: “Te voy a tomar en serio”.
    • Permite que la decisión se asiente y enfócate en sentir una combinación de calidez y comprensión hacia la persona.
  • Recuerda cuando un hermano o un amigo tuvo miedo de consolarte cuando estabas alterado.
    • Al recordar cómo te sentiste, enfócate en tu familiar cercano y decide conscientemente: “No tendré miedo de responderte si me necesitas. Aunque pueda contribuir a tu éxito o a tu fracaso, no soy la única fuente que afecta tu situación, como cuando necesité consuelo de mi hermano o amigo”.
    • Afirma tu decisión en voz alta: “No tendré miedo de responder si me necesitas”.
    • Permite que la decisión se asiente y enfócate en sentir una combinación de calidez y comprensión hacia la persona.
  • Recuerda una ocasión en la que tu madre te acusó de irresponsable cuando unos asuntos de negocio urgentes te impidieron pasar a la tienda antes de que cerrara.
    • Al recordar cómo te sentiste, enfócate en tu familiar cercano y decide conscientemente: “Tomaré toda la información sobre la situación antes de sacar conclusiones precipitadas. Haré esto porque deseo evitar una reacción exagerada o responder a algo que meramente he inventado, como cuando mi mamá se imaginó que había olvidado su encargo”.
    • Afirma tu decisión en voz alta: “Tomaré toda la información sobre la situación antes de sacar conclusiones precipitadas”.
    • Permite que la decisión se asiente y enfócate en sentir una combinación de calidez y comprensión hacia la persona.
  • Recuerda cuando tu pareja te acusó de que ya no lo o la amabas porque criticaste algo que hizo.
    • Al recordar cómo te sentiste, enfócate en tu familiar cercano y decide: “Tendré en cuenta el amplio contexto de nuestra relación para no sacar una conclusión precipitada a partir de un pequeño incidente, como lo hizo mi pareja cuando critiqué su comportamiento”.
    • Afirma tu decisión en voz alta: “Tendré en cuenta el amplio contexto de nuestra relación para no sacar una falsa conclusión precipitada a partir de un pequeño incidente”.
    • Permite que la decisión se asiente y enfócate en sentir una combinación de calidez y comprensión hacia la persona.
  • Recuerda una vez en la que un familiar se ofreció a llevarte al aeropuerto y después llegó tan tarde que perdiste el vuelo.
    • Al recordar cómo te sentiste, enfócate en tu familiar cercano y decide conscientemente: “Una vez que decida hacer algo por ti, actuaré con presteza. Lo hare porque tú experimentas tu problema como algo urgente, como cuando yo necesitaba tomar el avión”.
    • Afirma tu decisión en voz alta: “Una vez que decida hacer algo por ti, actuaré con presteza”.
    • Permite que la decisión se asiente y enfócate en sentir una combinación de calidez y comprensión hacia la persona.
  • Recuerda una vez en la que tu mamá corrigió la forma en que picabas las verduras.
    • Al recordar cómo te sentiste, enfócate en tu familiar cercano y decide conscientemente: “Evitaré ofrecer mi ayuda, mi opinión o mi consejo cuando sea indeseado o innecesario. Lo haré porque no deseo explotarte para obtener un sentimiento de valía personal o de ser necesitado, o para sentirme más seguro por tomar el control de las cosas, como mi mamá cuando no pudo resistirse a corregir mi manera de picar las verduras”.
    • Afirma tu decisión: “Evitaré ofrecer mi ayuda, opinión o consejo cuando sea indeseado o innecesario”.
    • Permite que la decisión se asiente y enfócate en sentir una combinación de calidez y comprensión hacia la persona.

2. Mientras te enfocas en la fotografía de una persona anónima que hayas encontrado en una revista

  • Decide: “Te voy a tomar en serio, como cuando preparan a un paciente para una operación”.
    • Afirma tu decisión en voz alta: “Te voy a tomar en serio”.
    • Permite que la decisión se asiente y enfócate en sentir una combinación de calidez y comprensión hacia la persona.
  • Decide: “No tendré miedo de responderte si me necesitas, como cuando se le enseña a caminar a un bebé”.
    • Afirma tu decisión en voz alta: “No tendré miedo de responderte si me necesitas”.
    • Permite que la decisión se asiente y enfócate en sentir una combinación de calidez y comprensión hacia la persona.
  • Decide: “Tomaré toda la información acerca de ti y no sacaré conclusiones precipitadas, como al examinar a un niño con el brazo magullado”.
    • Afirma tu decisión en voz alta: “Tomaré toda la información acerca de ti y no sacaré conclusiones precipitadas”.
    • Permite que la decisión se asiente y enfócate en sentir una combinación de calidez y comprensión hacia la persona.
  • Decide: “Una vez que haya decidido hacer algo por ti actuaré con presteza, como cuando vemos que una persona está a punto de tirar un paquete pesado.
    • Afirma tu decisión en voz alta: “Una vez que haya decidido hacer algo por ti, actuaré con presteza”.
    • Permite que la decisión se asiente y enfócate en sentir una combinación de calidez y comprensión hacia la persona.
  • Decide: “Evitaré ofrecer ayuda indeseada o innecesaria, como cuando se insiste en darle de comer en la boca a un niño de dos años”.
    • Afirma tu decisión en voz alta: “Evitaré ofrecer mi ayuda, opinión o consejo cuando sea indeseado o innecesario”.
    • Permite que la decisión se asiente y enfócate en sentir una combinación de calidez y comprensión hacia la persona

3. Repite el procedimiento mientras te enfocas en la fotografía o en la imagen mental de
alguien con quien tienes una relación difícil.

II. Mientras te enfocas en alguien en persona

1. Sentado en círculo con el grupo

  • Mientras te enfocas en una persona a la vez para cada paso, dirige la sensación apropiada hacia ella y repite después del facilitador del grupo o di tú mismo en voz alta las siguientes frases clave:
    • Te voy a tomar en serio”.
    • No tendré miedo de responderte si me necesitas”.
    • Tomaré toda la información acerca de ti y no sacaré conclusiones precipitadas”.
    • Una vez que haya decidido hacer algo por ti, actuaré con presteza”.
    • Evitaré ofrecer mi ayuda, opinión o consejo cuando sea indeseado o innecesario”.
  • Con una persona diferente para cada paso, permite que la decisión se asiente y enfócate en sentir una combinación de calidez y comprensión

2. Repite el procedimiento mientras te enfocas en un compañero

  • Uno de los dos repite para sí mismo las cinco frases clave utilizadas en el círculo, al tiempo que se enfoca en la decisión.
    • La persona repite el enunciado en voz alta para darle seguridad al otro, mientras se enfoca en sentir una combinación de calidez y comprensión
    • El que habla se enfoca en sentir que la persona acepta y confía en su afirmación.
    • El que escucha se enfoca en sentir, aceptar y confiar en la calidez y la comprensión del que habla.
  • Intercambien roles.
  • Las parejas se alternan cada una de las cinco frases clave: primero una ofrece la seguridad y luego lo hace la otra, mientras ambos se enfocan en la generación y aceptación mutua de la combinación de calidez y comprensión.

III. Mientras te enfocas en ti mismo

1. Repite el procedimiento mientras te ves en el espejo, sustituyendo las frases clave

  • Me voy a tomar en serio”.
  • No tendré miedo de responder a lo que veo o siento en mí mismo, si es necesario”.
  • Voy a considerar todos los hechos de mi situación, sin llegar a conclusiones precipitadas”.
  • Una vez que haya decidido hacer algo acerca de mi situación, actuaré con presteza”.
  • Evitaré presionarme para hacer algo innecesario”.

2. Repite el procedimiento sin un espejo

3. Repite el procedimiento mientras ves fotografías de diferentes periodos de tu vida, sustituyendo las frases clave

  • Voy a tomar en serio a quien yo era en ese entonces”.
  • No tendré miedo de lidiar con lo que siento por quien yo era en ese entonces”.
  • Voy a considerar todos los hechos sobre la que era mi situación en ese momento, sin sacar conclusiones precipitadas.
  • Una vez que tome la decisión de hacer algo, actuaré con presteza para atender mis sentimientos sin resolver.
  • No presionaré hasta lo imposible; perdonaré.
Top