Relacionarse con un maestro espiritual occidental

Autorización de un maestro espiritual occidental

A medida que el budismo se arraiga en Occidente cada vez más occidentales se están convirtiendo en maestros espirituales de sus tradiciones. Algunos mentores tibetanos han otorgado formalmente el permiso para enseñar a algunos de sus discípulos occidentales más avanzados. Unos pocos han nombrado incluso a occidentales como sus sucesores espirituales. En la mayoría de los casos, la autorización ha destacado a discípulos occidentales cualificados. Ocasionalmente, sin embargo, las cartas de consentimiento de lamas tibetanos han provenido de una experiencia insuficiente con el carácter occidental que impide una evaluación correcta de las intenciones de los discípulos. Además, varios occidentales se han declarado a sí mismos maestros espirituales sin referencia alguna a sus mentores espirituales. Algunos de ellos han estado apropiadamente cualificados; otros tienen deficiencias de entrenamiento o de carácter.

Su Santidad el decimocuarto Dalái Lama ha explicado que la nominación de parte de un mentor o la autoproclamación no convierte a alguien en un maestro espiritual. La autorización surge de las cualificaciones de la persona y de su eficiencia para enseñar, así como también de que un estudiante lo acepte como maestro. Solicitar el permiso de un mentor es posterior a que un estudiante le solicite enseñanzas a la persona, no anterior.

Seguir un camino medio en las relaciones estudiante-maestro interculturales

Algunas personas sienten que los maestros espirituales sólo pueden ser auténticos si pertenecen a sociedades asiáticas tradicionales. Sin embargo, ya sea que el origen de los maestros sea asiático tradicional u occidental moderno, cada paquete cultural acarrea consigo ventajas e inconvenientes. Una de las cualificaciones de un discípulo, según Aryadeva, es la de estar libre de prejuicios. Por consiguiente, aunque para algunas personas los maestros espirituales de cierto origen cultural puedan ser más convenientes que aquellos de otra cultura, los buscadores necesitan estar abiertos a ambos. Los occidentales que encuentran inspiradores a los maestros espirituales sólo si son tibetanos, necesitan verificar si es posible que sus prejuicios se deban a un rechazo de sus propias culturas, a un mínimo conocimiento de las costumbres tibetanas, a la proyección de fantasías acerca de un Tíbet místico, exótico, o a alguna combinación de estos factores.

En las relaciones entre estudiantes occidentales y maestros tibetanos, ambos pueden evitar problemas si entienden la cultura del otro y encuentran un camino medio que sea cómodo. Una estructura acordada podría implicar, por ejemplo, seguir el protocolo tradicional mientras se dan enseñanzas, pero descartar la costumbre de las reprimendas públicas. Los mentores tibetanos regañan comúnmente a los discípulos tibetanos, no sólo en privado, sino frecuentemente también frente a otros. Esto ayuda a corregir a los discípulos orgullosos a los que les preocupa la pérdida de prestigio. Sin embargo, para la mayoría de los discípulos occidentales la reprimenda pública no es apropiada. Es equivalente a la humillación y puede reforzar sentimientos negativos acerca de sí mismos. Incluso la reprimenda privada necesita abordarse con sensibilidad.

También es necesario un camino medio cuando las personas de descendencia asiática de entornos budistas estudian con maestros espirituales occidentales. Este grupo de buscadores incluye a los tibetanos jóvenes de Occidente que no tienen contacto con su cultura, a los tibetanos de la India o Nepal con educaciones modernas, y a la gente de las áreas culturales tibetanas en Rusia o Mongolia que han recibido una educación soviética. También incluye a las personas del Sudeste Asiático, del Asia Oriental y del Sur, tanto en sus tierras natales como en el extranjero, como inmigrantes de primera generación o posteriores. Un camino medio podría incluir, por ejemplo, permitir las formas tradicionales de mostrar respeto, pero dando su justo lugar a la necesidad occidental de explicaciones conciliables con los descubrimientos de la ciencia.

Una relación estudiante-maestro entre dos occidentales

Cuando buscadores espirituales occidentales estudian con maestros occidentales, los problemas surgen a menudo si una o ambas partes tratan de seguir un modelo tibetano tradicional en la relación. Esto es especialmente cierto cuando la relación se convierte en la de discípulo y mentor. Debido a que el protocolo tibetano tradicional se siente con frecuencia artificial y falso, la interacción se puede tornar poco natural, forzada. La cultura occidental, sin embargo, no proporciona un modelo alternativo apropiado. Una relación discípulo-mentor budista difícilmente es la misma que hay entre un estudiante y un maestro en una escuela secular, o entre un miembro de una iglesia o una sinagoga y su pastor, sacerdote o rabino.

Si el escenario de la relación discípulo-mentor es un Centro de Dharma que es parte de la organización de un Maestro tibetano, con frecuencia el buscador occidental siente el dilema más agudamente. Esto se debe a que, mantener un doble patrón de comportamiento hacia sus mentores tibetanos y occidentales, puede introducir un elemento sutil de prejuicio racial que pone incómodos a todos. Una forma occidental estricta de relación estudiante-maestro puede evolucionar más naturalmente en los Centros que no están directamente asociados con Maestros tibetanos específicos, o que son enteramente occidentales.

Además, las culturas occidentales de las cuales proceden los estudiantes y maestros occidentales, también afectarán las formas que tomarán las relaciones entre ambos. Las culturas modernas difieren en gran medida y el budismo tibetano está echando raíces alrededor del mundo. Algunas sociedades son más formales que otras. Incluso dentro de un país tal como los Estados Unidos, la relación discípulo-mentor entre dos sureños y entre dos californianos será sin duda diferente. Además, cuando las dos partes provienen de países occidentales o culturas diferentes, también se requiere un camino medio cómodo entre las costumbres de cada uno.

Sin embargo, una pauta general puede resultar útil. La mayoría de los occidentales prefiere un reconocimiento verbal para establecer una relación, más que meramente un acuerdo tácito de su formación. Por lo tanto, al establecer una relación discípulo-mentor mahayana entre dos occidentales, cuando el discípulo no toma los votos de bodisatva en presencia del mentor, ambas partes pueden evitar la confusión si el buscador solicita convertirse en discípulo y el mentor acepta explícitamente.

Mostrar respeto a un maestro espiritual occidental

Los procedimientos de la meditación del gurú se aplican por igual a maestros espirituales tibetanos y occidentales. Sin embargo, es posible que la forma de mostrar respeto necesite ser diferente según la cultura. Las costumbres generales de cortesía, tal como permanecer en silencio y atento cuando un maestro entra al aula, concuerdan con cualquier sociedad. Sin embargo, ciertas formas rituales asiáticas de mostrar respeto, tal como postrarse, pueden ser incómodas cuando ambas partes son occidentales.

Una costumbre extranjera de mostrar respeto, con frecuencia es un vehículo inadecuado para generar y comunicar una emoción sincera. Aunque algunos occidentales pueden sentirse cómodos al seguir una costumbre tradicional asiática, a otros les puede parecer una simulación. Ofrecer postraciones puede servir simplemente para agravar su distancia emocional. Sin embargo, si no hay medios disponibles para expresar respeto – especialmente en una relación discípulo-mentor – la convicción y el aprecio del mentor pueden permanecer demasiado amorfos como para estimular el crecimiento. Una forma de expresión mutuamente reconocida y cómoda puede ayudar a alimentar la inspiración.

Una expresión sincera de respeto necesita surgir naturalmente. Además, si los mentores occidentales esperan o exigen muestras de respeto de parte de los discípulos occidentales y dictan las formas, los discípulos responden frecuentemente como lo harían con padres exigentes. Obedecen de mala gana, sintiéndose presionados, o simplemente se niegan. Los mentores necesitan dejar que los discípulos occidentales expresen su respeto a su manera y aprender a leer los gestos que usan los discípulos.

La mayoría de los occidentales valora la libertad de elección. La restricción meramente refuerza sus sentimientos de baja autoestima o rebelión. Por consiguiente, para expresar su respeto de una manera emocionalmente cómoda, necesitan la posibilidad de elección entre convenciones reconocidas que no los hagan sentir como tontos o como imitadores superficiales de modalidades extranjeras. Algunos ejemplos de gestos respetuosos antes del inicio de una clase o sesión de meditación serían ponerse de pie o permanecer sentado en silencio cuando entra el mentor, o inclinar la cabeza. Después de una disertación, un aplauso puede ser una forma cómoda de expresar aprecio y respeto.

Diferencias generacionales en las formas de mostrar respeto

Cada etapa del ciclo de la vida adulta puede conducir a formas diferentes de expresar respeto. Además, cada generación de cada cultura y de cada época puede hacer las cosas de manera diferente en cada etapa del ciclo de vida. Cuando los Baby Boomers eran adultos provisionales, por ejemplo, estaban ansiosos por experimentar. Durante la primera adultez, muchos imitaron costumbres extranjeras al intentar competir con otros estudiantes para ser los discípulos más devotos. En la “madurescencia”, a los Baby Boomers estas formas les parecieron vacías. La segunda adultez les proporcionó la oportunidad de redescubrir formas anteriores de mostrar respeto, que en su juventud habían rechazado o reprimido.

Por otro lado, los miembros de la Generación X, que se encuentran actualmente en la adultez provisional, pueden ser más cautelosos para mostrar respeto que las generaciones anteriores, por temor a la traición. Con poca tolerancia frente a cualquier cosa falsa, son extremadamente críticos de las cualidades de un maestro y encuentran a la mayoría de las formalidades hipócritas y sin sentido. Solamente se gana su respeto alguien que actúa invariablemente en concordancia con lo que enseña y que, sin emitir juicios, les permite conducirse con naturalidad. Es más, prefieren mostrar respeto explícitamente, sin pretensiones, simplemente asistiendo regularmente a clase, prestando atención y tomando seriamente las instrucciones.

Aun cuando los miembros de la Generación X se sienten inspirados por sus maestros espirituales, siguen rechazando las exhibiciones emocionales características de los Baby Boomers y la Generación Yo, por considerarlas artificiales y superfluas. Expresan típicamente su inspiración de manera no verbal, con más dedicación a su práctica. Los maestros occidentales de la generación de los Baby Boomers necesitan verificar cualquier tendencia a sentirse inseguros si otros no los reconocen en las formas a las que están acostumbrados.

La relación discípulo-mentor en el contexto de las realidades prácticas de un Centro de Dharma

Los Centros de Dharma occidentales pueden contratar maestros residentes como profesores de budismo, instructores de Dharma o entrenadores de meditación o rituales. En tales casos, los Centros siguen usualmente los procedimientos comerciales normales, con contratos, condiciones y opciones para dar por terminados los contratos si alguna de las partes no cumple con lo estipulado. Sin embargo, los Centros de Dharma no pueden contratar maestros como mentores residentes, porque establecer una relación discípulo-mentor es una cuestión personal y no una decisión institucional. Uno no puede imponer un maestro espiritual como el mentor necesario para todas las personas del Centro, especialmente para los recién llegados.

Los tibetanos tradicionales a menudo tienen dificultades cuando se convierten en maestros residentes en Centros de Dharma, porque asumen que si el Centro los invita a enseñar, los estudiantes desean establecer relaciones discípulo-mentor con ellos. Además, están acostumbrados a que les den ofrendas por la instrucción gratuita y no salarios basados en lo que se cobra por los cursos. Sin embargo, los maestros occidentales pueden entender y aceptar más fácilmente estos arreglos. Por consiguiente, para evitar confusiones, los maestros occidentales necesitan mantener los arreglos financieros con los Centros de Dharma estrictamente en base a condiciones de negocios, incluso si los administradores de los Centros son sus discípulos. Los protocolos tradicionales de la relación discípulo-mentor no pertenecen a la esfera financiera, aunque es necesario que la cortesía y el respeto siempre estén presentes.

Tanto los maestros espirituales tibetanos como los occidentales pueden establecer y dirigir sus propios Centros de Dharma. Tampoco en tales casos los maestros pueden esperar que todos los que acudan a los Centros serán sus discípulos. Necesitan aceptar que muchos sólo serán sus estudiantes de budismo, alumnos de Dharma, o aprendices de meditación o rituales. Al igual que con otras instituciones de enseñanza, necesitan dirigir sus Centros siguiendo pautas financieras sólidas.

Un estudiante que trabaja personalmente con o indirectamente para un maestro occidental

Como se explicó previamente, en la sociedad tibetana ciertos discípulos, conocidos como getrug, viven con sus mentores, normalmente desde la niñez, y reciben un sostén financiero total del grupo familiar. Esto ocurre ya sea que vivan con sus mentores en los hogares de los maestros o en los hogares de benefactores/ discípulos de los maestros, y ya sean los mentores monásticos o laicos, casados o solteros. Pueden prestar servicio como asistentes, cocineros, secretarios, intérpretes, asistentes de rituales, o alguna combinación de los roles, y pueden recibir enseñanzas espirituales del mentor o no.

Como miembros de una familia asiática extensa, los discípulos que son miembros del grupo familiar no reciben salarios ni dinero en efectivo por su trabajo. En el caso de los monásticos, el único fondo privado que poseen lo reciben normalmente en grandes ceremonias monásticas, empoderamientos o discursos, cuando los benefactores laicos de los procedimientos les hacen pequeñas ofrendas financieras a todos los monjes y monjas que asisten. En el caso de maestros laicos, los discípulos incluidos en las finanzas del grupo familiar son usualmente parientes más jóvenes, y pueden recibir ocasionalmente dinero en efectivo de otros miembros de la familia. Los discípulos que son miembros del grupo familiar pueden decidir dejar el hogar de su mentor; pero es muy raro que los mentores tibetanos les piden que se vayan, independientemente de lo mal que puedan servir o comportarse, en cuyo caso asignan sus deberes a otros miembros del grupo familiar.

Por otro lado, los occidentales que sirven como secretarios personales, asistentes o intérpretes para maestros occidentales, no tienen necesariamente una relación discípulo-mentor con los maestros, aunque usualmente son, por lo menos, sus estudiantes. Viven normalmente en viviendas separadas o en habitaciones diferentes dentro de los Centros de Dharma. Como si acudieran a un empleo, van a trabajar cada día con los maestros y tienen los gastos usuales de la vida occidental moderna. Los Centros de Dharma, los benefactores privados o los maestros mismos, pueden financiarlos. Alternativamente, pueden tener otras fuentes de ingreso y servir, ya sea como voluntarios, o trabajar sólo por una remuneración simbólica. Algunos estudiantes también pueden trabajar indirectamente para maestros occidentales, ya sea en los Centros de Dharma de los maestros o en negocios afiliados, con arreglos financieros similares a los de los empleados personales de los maestros. En todos estos casos, puede ser útil seguir varias pautas prácticas.

Cuando el trabajo que se hace para el maestro es la única fuente de ingresos, es necesario que el salario sea correspondiente al trabajo realizado y suficiente para cubrir un seguro médico y otros gastos occidentales comunes. Pagar salarios inadecuados o, como con la mano de obra contratada a largo plazo, proporcionar simplemente comida y alojamiento en un Centro, y quizás una pequeñísima asignación mensual, (de modo que los empleados estudiantes y los trabajadores nunca pueden reunir los ahorros suficientes como para mudarse por su cuenta), es explotación. La explotación es incluso más pronunciada si se persuade a los estudiantes engañosamente, con halagos, para que acepten las posiciones porque los hacen sentir que son “los elegidos”, a quienes se les da el honor de servir al maestro.

Algunas organizaciones de Dharma siguen un modelo socialista. La organización maneja un negocio y las ganancias pagan los gastos de mantenimiento de los maestros espirituales, de sus empleados administrativos estudiantes y de sus trabajadores estudiantes. Los empleados administrativos y los trabajadores con frecuencia viven juntos en casas comunales. Cada persona, con la aprobación de un comité financiero, puede retirar una cantidad razonable de un fondo común para tener dinero en efectivo y atender asuntos personales; tal cantidad se basa en la necesidad. Sin embargo, la participación en arreglos semejantes requiere una dedicación desinteresada y honestidad de parte de todos; de otro modo, la situación puede terminar igualmente en la explotación autoritaria, e igualmente puede dejar a los estudiantes sin los recursos financieros para abandonar la vida comunitaria. Para evitar que suceda esto último, la organización podría contribuir mensualmente a una cuenta individual para cada estudiante, algo así como una contribución al plan de jubilación de un empleado, y que los fondos estén a disposición de cualquiera que decida irse.

Además, es necesario que el criterio principal para emplear estudiantes sea su capacidad profesional y el compromiso con el Dharma, no su nivel espiritual o devoción al maestro. Se les debe dejar en claro a todos que la eficiencia y la efectividad en el trabajo no reflejan una aptitud espiritual o la sinceridad de la relación estudiante-maestro. Además, como parte explícita del contrato, ambas partes necesitan la opción de dar por terminado el acuerdo por cualquier razón, sin que eso indique una transgresión a la devoción al gurú o la desaprobación de los trabajadores o miembros administrativos como buscadores espirituales.

Las relaciones entre maestros espirituales y sus secretarios privados, asistentes y traductores, tiende a funcionar de manera más eficiente cuando las personas elegidas son discípulos personales. Debido a que la protección del vínculo discípulo-mentor debe tener la máxima prioridad, sólo los discípulos extremadamente maduros y emocionalmente estables son los apropiados para trabajar en un contacto personal estrecho con sus mentores.

Un discípulo/asistente que vive como aprendiz con un mentor occidental

Cuando los maestros occidentales envejecen, y se sienten débiles o enfermos, pueden necesitar asistentes que vivan con ellos. Sin embargo, normalmente los maestros occidentales que tienen buena salud no requieren asistentes que vivan en su casa, aunque en giras extensas de conferencias pueden considerar útil tener un asistente. La otra situación importante en la cual vivir con un asistente puede ser beneficioso es cuando los mentores occidentales entrenan a discípulos especialmente receptivos como aprendices.

El aprendizaje espiritual es más que el típico programa de entrenamiento occidental para maestros espirituales. No abarca meramente aprender el tema sustancial y habilidades pedagógicas, participar en talleres para explorar las actitudes personales acerca de la autoridad, el sexo y el dinero, y recibir supervisión. Implica vivir estrechamente con un mentor, normalmente como parte del grupo familiar, y aprender observando las relaciones interpersonales y el manejo de las actividades cotidianas del maestro, participando en esos asuntos como asistente cuando es apropiado y mediante la interacción intensa con el mentor. La relación puede ser sumamente demandante, como lo fue en mi caso durante nueve años de aprendizaje con Serkong Rinpoche, para convertirme en intérprete y maestro espiritual. Por ejemplo, para entrenar mi atención y mi memoria, detenía nuestra conversación en cualquier momento y me pedía que repitiera palabra por palabra lo que él o yo acabábamos de decir. El desafío emocional de un entrenamiento semejante requiere la adhesión estricta a la pauta de no irritarse con el mentor y considerar cada acción como una enseñanza.

La relación aprendiz-mentor espiritual entre dos occidentales contemporáneos que viven juntos, todavía es un área inexplorada en su mayor parte. Aunque ciertas características culturales occidentales modernas la hacen más difícil que en otras sociedades asiáticas o tibetanas, los posibles beneficios de una relación semejante entre dos personas maduras, cualificadas, con un vínculo fuerte y sano como discípulo y mentor, hacen que valga la pena explorarla. Miremos algunas de las pautas tentativas. La mayoría de ellas correspondería también a los discípulos que viven con mentores occidentales entrados en años o enfermos, incluso cuando no se estén entrenando como aprendices.

Los acuerdos para vivir en la casa probablemente funcionarían mejor en el caso de ser ambos solteros, ya sea monásticos o laicos, o bien en el caso de tener, uno de ellos o ambos, una pareja o cónyuge; cuando el mentor y su pareja forman un dúo que enseña o cuando el discípulo y su pareja van a entrenarse como un equipo. Si la pareja de cualquiera de las dos partes no está personalmente involucrada con la enseñanza o con el proceso de aprendizaje y, particularmente, si cualquiera de las partes tiene hijos, pueden surgir demasiados problemas de celos, resentimiento, división de lealtades, posible explotación del aprendiz o la pareja como sirviente, etcétera. Si esos problemas surgen incluso en las culturas que tienen la costumbre de que personas vivan con familias extensas, es mucho más probable que se den en culturas occidentales que carecen de tal costumbre. En tales casos, sería mejor un aprendizaje sin residencia. Además, más allá del género y la orientación sexual de un aprendiz y un mentor solteros, debe quedar claro desde el inicio que la relación de vivir juntos no es un “matrimonio espiritual” con la Princesa Caramelo o el Príncipe Azul.

En las sociedades indias y tibetanas tradicionales, los aprendices espirituales mantienen el celibato (sct. conducta brahmacharya) mientras atraviesan un entrenamiento intenso. En un contexto occidental moderno quizás sea irreal esperar un celibato total de parte de los aprendices laicos que viven y entrenan con mentores. Sin embargo, no sería apropiado que los aprendices laicos solteros llevaran a sus parejas a dormir a la casa del mentor o, si carecen de relaciones sexuales establecidas, que buscaran pareja mientras viven con el mentor. Es necesario que la relación aprendiz-mentor sea la relación intensa principal, especialmente dentro del hogar compartido. Además, si los mentores laicos solteros tienen amantes, probablemente sería una situación demasiado difícil para la mayoría de los aprendices que los mentores pasaran la noche con sus amantes en el hogar.

Sin embargo, para que la relación aprendiz-mentor se mantenga sana, ésta no debe ser la única relación estrecha no familiar que cada uno tenga. Tanto el aprendiz como el mentor necesitan tener amigos personales. Además, como en cualquier relación entre dos personas que comparten un departamento o una casa, cada parte necesita ser capaz de invitar amigos al hogar sin sentirse incómodo, pero también sin perturbar al otro. Aun cuando pueden compartir amigos mutuos, ninguna de las partes necesita sentirse obligada a incluir o excluir al otro cuando van a visitarlos los amigos. Además, los aprendices necesitan sentirse libres para recibir instrucciones de otros maestros espirituales, acordado con los mentores con los que viven, así como los mentores tendrán naturalmente otros discípulos y, quizás, incluso aprendices.

Más allá de la diferencia de edad entre los aprendices residentes y sus mentores, es importante tratar de evitar que los aprendices se sientan como si fueran niños. Para evitar la transferencia indebida, la relación debe ser entre dos adultos que se pueden comunicar abiertamente uno con otro. La cuestión del dinero es particularmente delicada. Si los aprendices reciben un sostén financiero total o parcial de parte de los mentores o de los benefactores del mentor, sería mejor si lo recibieran cada semana o mes como un salario normal, no como la mesada que se le da a un niño. Además, para ayudar a mantener el respeto propio, necesitan ganar su salario, por ejemplo, realizando tareas domésticas o de secretariado para sus mentores. El pago por hora podría ayudar a minimizar los sentimientos de culpa o resentimiento cuando los aprendices se toman el tiempo necesario para relajarse o para visitar a la familia o amigos, o para ocuparse de asuntos personales. Como una precaución en el caso de que los mentores ya no estén en condiciones de pagarles un salario, es útil que los aprendices tengan ahorros o habilidades profesionales a las cuales acudir como fuentes alternativas de ingresos. En algunos casos, tener trabajos de medio tiempo en el exterior puede no sólo aliviar las presiones financieras, sino también ayudar a los aprendices a mantener un equilibrio para evitar que la intensidad de la relación con sus mentores los abrume.

Es mejor si los aprendices contribuyen al presupuesto doméstico con una parte equitativa de su salario u otras fuentes de ingreso. Recibir habitación, pensión y uso ilimitado del teléfono y el auto, como parte de los acuerdos, puede hacerlos regresar fácilmente a la etapa de consentidos adolescentes dependientes. Además, los aprendices necesitan tener su propia habitación, excepto quizás cuando viajan con sus mentores, de modo que puedan relajarse, escuchar música y recibir amigos, sin sentirse cohibidos.

Antes de empezar a vivir juntos, lo mejor sería que ambas partes acuerden un período para el aprendizaje, que se puede extender o acortar dependiendo de la utilidad del acuerdo. Como en el caso de los discípulos que trabajan para los mentores, debe quedar en claro que cualquiera de las partes puede dar por terminado el acuerdo en cualquier momento, sin que eso implique que se quiebre o debilite el vínculo discípulo-mentor. Sin embargo, ambas partes necesitan reconocer que, incluso cuando el aprendizaje llegue a su conclusión natural, al completarse el entrenamiento se sentirán naturalmente tristes.

En un contexto tibetano, los discípulos que son miembros del grupo familiar de un mentor a menudo permanecen el resto de su vida en este rol. Si el mentor es un tulku o inicia una línea de tulkus, pueden incluso quedarse después de la muerte del mentor para encontrar y educar a la siguiente encarnación. En el caso de dos occidentales, se puede desarrollar una relación de por vida de un discípulo/aprendiz/asistente y un mentor viviendo juntos, si ambas partes lo encuentran beneficioso, incluso sin que esté involucrada la cuestión de un posible tulku futuro. Sin embargo, así como los mentores tibetanos tienen frecuentemente varios discípulos que viven con ellos como parte del grupo familiar, de modo similar, es necesario que los mentores occidentales les aclaren a los aprendices residentes, incluso a aquellos de por vida, que no poseen el derecho exclusivo a este tipo de relación con ellos. Siempre debe haber disponible un espacio emocional para que aprendices adicionales se unan al grupo familiar.

Amistad estilo occidental entre un discípulo y un mentor

En los países occidentales que tienen valores de igualitarismo predominantemente protestantes, la mayoría de las personas se sienten incómodas en relaciones jerárquicas. Tienden a considerar tales relaciones en términos patriarcales o matriarcales, las que para ellos acarrean connotaciones negativas de manipulación, control y sofocación de la individualidad. Por consiguiente, los discípulos y los mentores de tales sociedades a menudo prefieren relaciones mutuas que se asemejen más a la amistad entre pares.

En un nivel, la relación discípulo-mentor contiene un intercambio equitativo. Ambas partes obtienen inspiración del otro. Sin embargo, como en la dinámica entre un progenitor soltero y un hijo único, si un mentor occidental trata de convertir la relación en una amistad entre iguales, el discípulo sufre. Ambas partes necesitan tener claro, por ejemplo, que no es tarea del estudiante proporcionarle apoyo emocional al maestro. Aun cuando la mayoría de los discípulos occidentales son reacios a los mentores autoritarios que permanecen emocionalmente distantes, no obstante, necesitan ejemplos estables de realización a quienes admirar y respetar.

Los buscadores espirituales occidentales con una baja autoestima necesitan con frecuencia que les aseguren que no son los únicos que tienen deficiencias. De esta manera, pueden obtener inspiración de maestros espirituales que, a la manera de instructores de Dharma, comparten sus dudas y debilidades e indican cómo usan el Dharma para superarlas. Sin embargo, a veces las luchas emocionales que atraviesan los maestros son luchas con los estudiantes, tales como sentirse sexualmente atraído hacia alguien o sentirse frustrado y decepcionado porque ciertos estudiantes no acuden regularmente a las enseñanzas. En tales casos, no es apropiado que los maestros compartan esos sentimientos con los estudiantes, del modo en que podrían compartirlos con amigos. Los maestros espirituales, y especialmente los mentores, necesitan refrenarse siempre de decir o hacer cualquier cosa que pueda socavar el respeto y la confianza de los estudiantes.

Los occidentales tienden a necesitar y a gustar de la interacción personal con los maestros espirituales más que los tibetanos. También están más acostumbrados a expresar sus propias dificultades emocionales y a escuchar las de los otros. Por lo tanto, puede ser más apropiado y fácil compartir problemas personales con los maestros occidentales que con los tibetanos. En este sentido, los mentores occidentales se pueden parecer a los amigos íntimos. No obstante, se requiere cuidado para evitar confundir este tipo de intimidad con la intimidad romántica. Algunos discípulos pueden sentir que el mentor es el único que los comprende y, por lo tanto, se enamoran. En el otro extremo, el miedo inconsciente a la homosexualidad o a la dominación femenina o masculina puede causar que algunos discípulos se distancien del mentor cuando empiezan a sentir amor y afecto. Los maestros occidentales necesitan sensibilidad y una atención estricta para evitar la contra-transferencia inconsciente.

Ocasionalmente, un amistoso apretón de manos o un abrazo entre discípulo y mentor puede ser apropiado al encontrarse o despedirse, si darse la mano o abrazarse es una costumbre cultural compartida entre ellos y ambas partes lo sienten como algo natural y cómodo. Sin embargo, si darse la mano o abrazarse se convierte en un ritual forzado, o si empieza a surgir una interpretación equivocada de su intención, es mejor evitar ese tipo de contacto físico.

No obstante, no es necesario que cada encuentro fuera de la sala de clases o meditación sea profundo y significativo. La intensidad forzada pronto se vuelve artificial y sofocante. A veces puede ser más beneficioso compartir un tiempo informal relajado. Sin embargo, es necesario que los maestros eviten alentar una relajación tal que los estudiantes terminen siendo negligentes con ellos o se aprovechen indebidamente de su tiempo.

El gueshe Ngawang Dhargyey dijo una vez que los maestros espirituales son como animales salvajes. Es mejor no estar demasiado cerca. Si los buscadores espirituales pasan todo el día con ellos, serán más propensos a encontrar o ver defectos que si mantienen cierta distancia. El significado implícito es que el estado de ánimo de los buscadores tiene altibajos y que es posible que las acciones de un maestro no siempre sean iluminadoras. Si los discípulos carecen de una base fuerte en la meditación del gurú del nivel sútrico, el resultado puede ser más confusión que inspiración. Incluso en un contexto tibetano en el cual los asistentes o los discípulos niños viven con sus mentores, las dos partes casi siempre se quedan en habitaciones separadas y no pasan juntos todo su tiempo no organizado. Por consiguiente, en las amistades espirituales entre discípulos occidentales y mentores occidentales, un camino medio entre intimidad y distancia puede ser beneficioso. Es necesario que los límites de la corrección y el recato estén claramente definidos y se mantengan estrictamente, incluso en el caso de los aprendices que viven con los mentores.

Las relaciones de pareja estilo occidental entre un discípulo y un mentor

Su Santidad el decimocuarto Dalái Lama dijo que si los mentores laicos solteros desarrollan amor sexual por estudiantes o discípulos, no se puede decir que las relaciones de pareja entre ellos sean un tabú total. Sin embargo, es necesario que las intenciones de los mentores sean las de establecer relaciones comprometidas de largo plazo y no simplemente eventos de una sola noche. Es completamente incorrecto y abusivo que los mentores usen el señuelo de una relación de largo plazo, o que jueguen con las fantasías de los discípulos, simplemente para llevárselos a la cama. En las relaciones comprometidas, las dos partes se pueden relacionar como iguales en la cama, regresando después a su relación como mentor y discípulo. No hay ninguna contradicción inherente, como se puede ver en las relaciones entre los lamas tibetanos casados y sus esposas tibetanas.

Tales arreglos pueden ser más difíciles de mantener con los occidentales que se sienten incómodos en relaciones o matrimonios jerárquicos. Para la mayoría de las personas, es difícil mantener en equilibrio varios roles dentro de una relación. Cuando una persona está dentro de un rol, la otra persona puede estar dentro de otro. La dinámica puede ser muy delicada, especialmente durante el período de noviazgo.

En Occidente, la familia de un médico confía normalmente en otro médico para su tratamiento. De modo similar, es posible que los discípulos y los mentores occidentales que establecen una relación de pareja eviten muchos problemas si suspenden su relación discípulo-mentor. Los discípulos pueden hacer un mayor progreso espiritual si se apoyan principalmente en otros maestros como sus mentores, mientras siguen obteniendo inspiración y aliento de sus cónyuges. En el caso de un mentor laico soltero y un aprendiz que desarrollan amor sexual mutuo, la relación de largo plazo probablemente necesitaría cambiar a una de equipo de enseñanza.

Conclusión

Los tantras concuerdan unánimemente en que la inspiración que se obtiene de una relación discípulo-mentor sana es una fuente de verdadera alegría y realización espiritual. Por otro lado, cuando se mal entiende y se mezcla con la confusión, la relación se torna malsana y puede generar devastación espiritual y dolor emocional. El malentendido puede ocurrir de parte del discípulo, del mentor o de ambos; y los factores culturales a menudo aumentan la confusión.

Shantideva explicó que si el arquero no ve el objetivo, no puede dar en el blanco. Por consiguiente, para construir relaciones saludables y para sanar las heridas que pueden haber producido las relaciones malsanas, los discípulos necesitan identificar correctamente la fuente principal de los problemas – la falta de darse cuenta. La falta de darse cuenta deriva de la confusión sobre las enseñanzas del Dharma y sobre los factores culturales que afectan inconscientemente el pensamiento y el comportamiento de cada parte en la relación. Cuando hay occidentales involucrados, la traducción imprecisa o engañosa de términos frecuentemente empeora la situación. Una rectificación de los términos, junto con sensibilidad cultural, pueden ayudar a producir claridad emocional.

Muchas personas, desilusionadas o indignadas ante los fracasos en la relación discípulo-mentor en Occidente, han exigido una seria revisión de la relación. La revisión, sin embargo, no requiere anular la tradición e inventar algo enteramente nuevo. La revisión puede provenir de despejar la confusión sobre las enseñanzas del Buda y de seguir el método, comprobado a través del tiempo, de la transmisión del budismo de una cultura a otra.

A lo largo de la historia del budismo, las enseñanzas han pasado exitosamente a diferentes culturas enfatizando y ampliando los puntos del Dharma que resuenan con el pensamiento y las costumbres de la sociedad que las recibe. Para que el proceso histórico actual de la transmisión de los linajes budistas tibetanos a Occidente tenga éxito, la meditación del gurú del nivel sútrico puede proporcionar puntos de resonancia y servir de marco apropiado para construir relaciones discípulo-mentor sanas. Los métodos del Dharma, probados por el tiempo, adaptados y aplicados a situaciones nuevas, han proporcionado las soluciones para los problemas culturalmente basados que surgen inevitablemente. De esta manera, con una creatividad de estilo asiático, han surgido maneras armoniosas de encajar dentro del marco de la tradición budista.

Top